Las elecciones del próximo domingo, en las que se disputará la gubernatura del Estado de México, podrían marcar el fin de la hegemonía priista en la entidad, cuna del grupo político más poderoso de todo el país, que se jugará su extinción o sobrevivencia. Este año podría ser el de la culminación de una serie de luchas ciudadanas para tener comicios transparentes, libres de manipulaciones orientadas a retorcer la voluntad popular expresada en las urnas. Pero eso todavía no está decidido.
Es importante recordar que el PRI ha impuesto a los 17 gobernadores que han llegado al cargo por medio de elecciones formalmente libres. En todos los casos ha usado medios lícitos e ilícitos. Ha utilizado las ventajas que le han dado las leyes y ha practicado todos los métodos para alterar los resultados electorales, por medio de fraudes “hormiga”, selectivos o generalizados. Esta afirmación se puede constatar al revisar el Archivo Histórico del Estado de México, donde hay suficientes evidencias de tales manipulaciones comiciales.
El próximo 4 de junio también podría representar el fin de un sistema de partidos construido en torno a un PRI hegemónico, en donde la oposición siempre ha estado condenada a tener posiciones secundarias, como figuras ornamentales o comparsas de las decisiones tomadas desde el Palacio de Gobierno. La permanencia de 94 años de ese partido en el poder no podría explicarse sin la existencia de opositores cooptados y domesticados desde las más altas esferas políticas, que a cambio de beneficios económicos o cargos aceptaron esa subordinación.
Además de lo anterior, este año podría marcar el inicio de una serie de modificaciones al sistema electoral mexiquense, caracterizado por la subordinación de las instituciones al gobierno estatal. El IEEM y el TEEM podrían sufrir cambios importantes si hay alternancia de partido en el poder. Tales acciones serán necesarias para hacer de ellos órganos autónomos de administración e impartición de la justicia electoral, respectivamente. Esto es algo que hasta la fecha no los ha distinguido. Desde 1996 han funcionado más bien como dependencias gubernamentales.
El IEEM llegará a la jornada electoral atado parcialmente de manos. Ahora el INE será corresponsable del conteo rápido, para evitar un escenario similar al de 2017, en donde hubo sesgo a favor del PRI, que no corrigió el comité técnico correspondiente. Este hecho evitará que se repita el golpe mediático que representaron los resultados del 4 de junio de ese año, cuando el sistema aplicó la máxima de que “el que pega primero pega dos veces”. A partir de eso cuadró las cifras del PREP y los cómputos distritales con el conteo rápido, para imponer sus propios números.
El 4 de junio podría ser el fin de la era del PRI, un partido caracterizado por el enriquecimiento de los gobernantes y representantes emanados de sus filas; de un grupo que se ha enfocado más a hacer negocios, protegido por su poder político, que a gobernar. Dicho de otra manera, podría ser la extinción de un grupo que ha hecho política para aumentar su riqueza y que ha hecho negocios para ampliar su poder político.
Aunque las elecciones no resuelven todo, sí pueden ser el punto de arranque para construir un nuevo sistema político mexiquense; uno que privilegie los intereses de la mayoría y no la riqueza de políticos corruptos e insensibles a las demandas sociales. El 4 de junio puede ser un acontecimiento refundacional. La ciudadanía tiene la última palabra.
TAR