A pesar de que no es un tema nuevo, ni único, y pese a su ilegitimidad, se convirtió en una práctica común en todos los partidos políticos desde las posiciones de poder como presidencias municipales o gubernaturas.
Me refiero al convencimiento efectuado para que los trabajadores que prestan sus servicios en esas instancias accedan a entregar una parte de su salario para apoyar “al movimiento”. Cuando el Partido de la Revolución Democrática tuvo sus primeros alcaldes, diputados federales, locales, regidores y síndicos, fueron obligados a entregar una parte considerable, en ocasiones hasta de 50 por ciento, de su salario al partido.
En el propio PRI y en el PAN, quienes accedan a los puestos de confianza o de representación popular también deben dar una cuota. En todos los partidos así se manejan.
Esa parte quizá tenga sentido y coherencia, es posible que hasta encuadre en una disposición estatutaria, pero de ahí a que los empleados que están bajo sus órdenes, sólo porque así lo decide el patrón, deba entregar una parte de su salario no es ilegítimo.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación impuso una multa al Morena, porque comprobó que, durante su periodo como presidenta municipal de Texcoco, la maestra Delfina Gómez Álvarez ordenó que se le descontara 10 por ciento de sus salarios a los trabajadores del ayuntamiento.
Dicen en Morena que hay un linchamiento mediático en contra de la maestra, que dirige los destinos de la Secretaría de Educación Pública y bueno, hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador salió en su defensa en una de las mañaneras.
AMLO no sólo manifestó su solidaridad con su compañera de partido, expresó que le parecía una campaña muy injusta, porque la denuncia se presentó cuando ella fue candidata al gobierno mexiquense, pero que ahora lo retoman porque ya vienen de nueva cuenta las elecciones en el Estado de México.
El mandatario expresó su absoluta confianza a la maestra Delfina, quien recordó no era militante de ningún partido, se dedicaba al magisterio, era directora de una escuela de Texcoco, la invitaron a participar como candidata a presidenta municipal y ganó, luego fue candidata a diputada federal del distrito de Texcoco y ganó, por el buen desempeño que ha tenido.
Aseveró que “la secretaria de Educación del Gobierno Federal sigue viviendo en Texcoco, en su misma casa, nada similar a los anteriores titulares de la educación en otros tiempos, pues es una gente honesta e íntegra, y reiteró que es una campaña injusta en su contra, pues las aportaciones fueron totalmente voluntarias y no como desfalco a los trabajadores, como lo mencionan los medios de comunicación”.
“Hay toda una campaña en todos los medios hasta en los que supuestamente todavía fingen ser independientes y progresistas, objetivos y profesionales, hay toda una intencionalidad política detrás, y el tribunal Electoral, es lo mismo”, exclamó.
Al margen de que esa imagen le seduce al presidente, no puede pensar de otra manera, porque él mismo, cuando fue jefe de Gobierno en la Ciudad de México, fue acusado de quitar entre 10 y 15 por ciento de su salario a los trabajadores bajo sus órdenes, aunque nunca se comprobó.
Como ahora, en aquella ocasión (2001) respondió que esas aportaciones no eran obligatorias, sino voluntarias.
Es muy fácil comprobar si esas aportaciones fueron voluntarias. Los propios trabajadores pueden hacerlo evidente. Pero si fue así, no debieron descontarlo directamente de la nómina, sino pasar a pagar directamente al partido con un recibo de por medio.
El resto de los mexicanos no tenemos esa visión, que es natural para los institutos políticos, pero no se puede forzar a nadie a entregar parte de su salario, sobre todo a aquellos que apenas ganan para vivir al día.
ASME
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