La distancia que hay entre El Salvador y el Estado de México es superior a los mil 700 kilómetros; ese es el trayecto que Abdul recorrió en bicicleta aproximadamente.
El joven centroamericano prefirió transportarse en este medio para llegar a la frontera de Estados Unidos, y así evitar ser descubierto por los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) a su paso por el país.
En el albergue de Metepec “Hermanos en el Camino”, Abdul prefiere no decir su nombre verdadero, solo su apodo. Y después de convencerlo, comparte la experiencia que le ha dejado migrar en bicicleta desde el 2 de julio del 2021.
“Ésta me la dio mi papá, porque en bici uno va más tranquilo. Ya no voy con temor. En el autobús hay que esperar, sortear a que suba ‘La Migra’ y me pregunten: de dónde eres originario. Y por mi acento me bajan de la combi o del autobús”, explicó.
Desde El salvador al Albergue de Metepec
Contó que es originario de Los Planes de Renderos, un centro urbano de El Salvador. Allí era artesano y trabajaba en los talleres de su familia, pero estos fueron cerrados por la violencia que hay en su país. Eso lo orilló a salir en busca de una mejor calidad de vida en Estados Unidos.
“Está pasando algo muy feo en El Salvador. Nos enteramos de la violencia por medio del teléfono, solo por la familia. Solo así nos damos cuenta cuántas personas mueren, que los han asesinado, que los desaparecen, porque al periodismo no le dan libertad de expresión para dar esas noticias”, dijo.
Ésta es la segunda vez que intenta cruzar la frontera; la primera lo hizo en La Bestia, como se le conoce a la red de trenes de carga, que suele ser usada por las personas migrantes.
“Es una ruta muy dura. Hay una frontera que se llama El Naranjo, que divide Guatemala y México. Ahí hay que caminar desde las 8:00 de la mañana hasta las 12:00 de la noche para llegar a la vía del tren. A veces el tren se detiene en medio de la Selva, de la nada, y hay que seguir caminando, es más duro”.
Viajar en bicicleta, todo un reto
En bicicleta el trayecto ha sido distinto, dice. Aunque también ha sido detenido por la policía estatal o municipal en México, que, al verlo solo, le piden sus documentos.
“Siempre existe eso de que te dicen: a ver la droga. Yo les digo: qué droga. No sé qué tengan que ver ellos con Migración, pero siempre me amenazan con eso”, señaló.
Abdul cruzó Guatemala y México, sin dejar de hacer escalas en algunos pueblos; para descansar y trabajar unos días, para tener dinero y seguir su camino.
“Tengo que trabajar para comer. También me pago el hotel. Ahorita gracias a Dios vine, me estuve quedando en las calles, también estuve en un lugar donde por trabajar me podía quedar a dormir, pero luego ya me pedían dinero”
En el albergue de Metepec no le cobran los alimentos ni hospedaje
Así es como llegó al albergue de Metepec, pues sabe que ahí no le cobran ni el alimento ni el hospedaje. Antes de continuar su recorrido, estuvo en un negocio de colchones en ese municipio, donde una mujer le dio trabajo durante unos días.
Dice que no todos los días pedalea, y cuando lo hace, solo viaja unas cinco horas sin descanso. Así es como busca unirse a los suyos en Tijuana, donde otros esperan asilo.
En su bicicleta carga cobijas y maletas. No usa Google Maps, prefiere el método tradicional para conocer el camino.
“Le pregunto a la gente, a los de los pueblitos les digo: ¿hay retenes más adelante? y ellos me dicen ‘no, vete por ahí a tal hora está La Migra en tal lado’, o me dicen ‘ya vete, está vacío, está limpio, es más súbete, te damos un aventón’”, platicó.
Hermanos en el Camino
Armando Vilchis Vargas, fundador del albergue, explicó que como el Estado de México es una ruta migratoria, cada año, entre 3 mil y 3 mil 500 migrantes como Adbul llegan al albergue.
La mayoría son hombres, jóvenes de 18 a 35 años, pero últimamente han llegado muchas mujeres con sus hijos y también adultos mayores.
Cuando llegó Abdul había otros 45 migrantes, en su mayoría centroamericanos.
El lugar se mantiene de donativos que realiza principalmente la sociedad civil, y lo único que recibe del gobierno estatal es una despensa diaria, que es insuficiente para atender todas las necesidades básicas.
De ahí la importancia de que las autoridades federales, estatales y municipales destinen recursos para atender a esta población y proteger sus derechos humanos, consideró Vilchis Vargas.
Señaló que aproximadamente, el 10 por ciento de los migrantes que se van del albergue regresan a pedir apoyo, pues saben que en este sitio reciben ayuda de manera gratuita.
En los últimos dos años, el número de migrantes que pasan por la capital mexiquense ha aumentado. Se les ve en los mercados y sobre las vías del tren.
Hasta hace tres años, Juan Gabino González Becerril, profesor-Investigador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados de la Población, estimaba que el 8 por ciento de los migrantes que cruzan el país pasan por el Estado de México.
Además del albergue, Hermanos en el Camino, en la comunidad de San Antonio Buenavista se habilitó un pequeño albergue.
Desde mediados de 2021, esa comunidad ha notado el aumento de personas migrantes, que buscan una oportunidad, ya sea para encontrar algún trabajo o para continuar su viaje como lo hace Abdul.
ASME
Deja una respuesta