Erika Aguilar es aficionada al Cruz Azul desde que tiene uso de razón, de ahí que en cuanto pudo se unió a la porra del Gordo Ordóñez (Carlos Ordóñez Trápaga), donde ha sido testigo de reglamentos y prohibiciones para los grupos de animación, por lo que para Kika las implementaciones que desea hacer la Liga MX son “pan con lo mismo” y solo “repiten lo que se hace en varios clubes”.
Además, la diseñadora de profesión laboró en una empresa de seguridad que era contratada en el Estadio Olímpico Universitario de la UNAM, por lo que conoce a fondo la situación y el manejo de las barras del futbol mexicano.
“En la porra de nosotros ya se tienen credenciales, se ha registrado a cada elemento y se tiene el control de los miembros, siempre se ha tratado de que sea una porra familiar y así como nosotros nos comportamos, dar ese ejemplo a los demás grupos de Cruz Azul.
“Lo que ocurrió en Querétaro no es más que falta de protocolo de seguridad, no quisieron hacerlo o no les preocupó que se hiciera. Pero en la mayoría de los estadios existen estas medidas de seguridad, no puedes pasar con cinturones, con palos o hasta llaves”, recordó.
Aguilar menciona que a los seguidores de Cruz Azul se les pide un límite de miembros en la porra, en el caso de la del Gordo Ordóñez en ocasiones llega a ser 250 el máximo permitido para evitar aglomeraciones y altercados.
También rechaza que se les regalen los boletos, pues la mayoría deben de pagar una cuota para adquirirlos y lo mismo ocurre cuando salen a apoyar si los celestes son visitantes, se cobra un porcentaje del autobús, además de los alimentos.
“Vamos muchas familias, mujeres y niños. Todos somos una familia y así nos comportamos en el estadio”, respondió.
A lo largo de sus años en el deporte que la apasiona, Kika asegura que una de las porras más agresivas son las del Querétaro.
La aficionada de sangre azul explica que la venta de bebidas alcohólicas se ha restringido en el estadio y los llamados cheleros atienden solo determinado tiempo.
Resalta que la solución es tener buenos protocolos de seguridad dentro del estadio, saber cómo separar a las barras y el tiempo de reacción de la Policía para evitar desmanes.
Años atrás, Aguilar laboró en la seguridad del Estadio CU, ahí también recibía los boletos en las puertas de acceso, ahí veía que los grupos de animación de los Pumas entraban en orden y sabían a dónde dirigirse, mientras que, a los visitantes, los ingresaban por otras zonas, lo más alejados que se pudiera.
“Cuando eran juegos normales llegábamos dos o tres horas antes para repetir los protocolos y ubicaciones, cuando eran juegos como contra América, Cruz Azul o Chivas te hacen llegar cuatro horas antes o cinco.
“Además agilizas el acceso para que no se atrasen y se encuentren afuera. También la seguridad de la Secretaría de Seguridad eleva el número de elementos y vigila varios kilómetros a la redonda, de ahí que te des cuenta de que en La Corregidora la seguridad fue nula y ya había algo raro, porque ninguna autoridad aparece”.
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