Está confundido, señor subsecretario. Efectivamente: su vida privada debe mantenerse así, pero cuando su responsabilidad pública implica convencer, persuadir a la gente para que comprenda y practique las medidas necesarias que eviten la propagación de un virus mortal -que ha provocado más de 127 mil muertes en el país-, su prioridad debe ser esa: convencer, persuadir y para ello debe dar el ejemplo.
El subsecretario de Salud federal, Hugo López-Gatell, estuvo de vacaciones en Huatulco, Oaxaca, de acuerdo con lo que trascendió en redes sociales y luego en medios de comunicación tradicionales: prensa, radio y televisión. Por supuesto que está en su derecho de hacer con su vida privada lo que le plazca, si es que en estos tiempos algo puede mantenerse así: en lo privado.
Sin embargo, como figura pública y como principal vocero de las acciones del gobierno federal para tratar de contener los contagios provocados por el coronavirus y con ello reducir las muertes que se han producido en el país, así como evitar el colapso -que ya está en ese punto- del sistema de salud, no debe evadir su responsabilidad.
En una cultura como la mexicana, donde seguimos pensando en el Tlatoani y en seguir a quien dirija al pueblo hacia mejores condiciones, lo que hagan o dejen de hacer quienes tienen el poder político -como el propio presidente y, en este caso, el subsecretario de Salud- su comportamiento establece un precedente que les obliga a conducirse, en lo público y en lo privado, de acuerdo con lo que exigen las circunstancias: y ahora, señor subsecretario, su principal responsabilidad es practicar lo que dice en sus conferencias de prensa.
¿Qué habrá pensado -y sentido- el personal de salud, que lleva meses rifándose la vida en el “frente de batalla” para contener la muerte que provoca el Covid-19, al mirar a uno de sus líderes del sector, riendo y disfrutando del sol en una playa de México?
¿Qué sentirá la gente que ha procurado mantenerse en su casa para evitar los contagios al ver a López-Gatell en una playa? ¿Qué pensarán quienes desde el inicio de la pandemia -en marzo del año pasado- cuando ven a quien casi todos los días insiste en que hay que cuidarse, riendo y tomando el sol?
Naturalmente habrá quienes consideren que es una exageración, pero se trata de congruencia y el verdadero liderazgo requiere eso: congruencia entre el decir y el actuar, y eso -señor subsecretario López-Gatell- es lo que a usted le faltó.
Por supuesto que ha trabajado -como millones de mexicanos que no han dejado de hacerlo en diferentes espacios- y se merece un descanso, pero ¿era necesario hacerlo ahí? ¿era necesario exponerse -como ahora es habitual- a que cualquier persona lo fotografiara y se difundiera ampliamente el gozo que transmite en su fotografía, cuando en muchos hogares hay luto y desesperación porque no se encuentra una cama disponible, o un concentrador de oxígeno para tratar de sobrellevar la enfermedad en su casa?
Quienes se dedican al servicio público, deben tener un gran compromiso y un ánimo de sacrificarse o -al menos- la prudencia para no enviar mensajes equivocados, porque además de atender los temas “públicos”, los asuntos de la sociedad, lo “público” se refiere también a que se es visible, a que están expuestos a la observación -y el juicio- de muchas personas. Y como dijera un exjefe muy querido, Don Hugo Villicaña (QEPD): “Quien no quiera humearse que no se acerque al fogón”.
Una vez más la soberbia y la indolencia marcan la comunicación del gobierno federal en este país.
PERCEPCIÓN
Digan lo que digan, es notorio cómo se han relajado las medidas de protección y cuidado ante el Covid-19. Ya veremos en un par de semanas, lamentablemente los contagios y los fallecimientos seguirán aumentando.
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