Queridos amigos todos, durante la Feria Internacional del Libro del Estado de México tuve la oportunidad de presentar un libro tremendamente iluminador llamado: Mexicanas en pie de lucha. Reportajes sobre el estado machista y las violencias.
Compilado por Nayeli Roldán y contando con la valiosa presencia de dos de las seis periodistas participantes durante la charla realizada el pasado dos de septiembre: Ivonne Melgar y Valeria Durán, moderadas por Ivett Tinoco García, Directora General de Patrimonio y Actividades Culturales de la Secretaría de Cultura y Turismo del Estado de México. Durante este conversatorio pudimos analizar las diversas maneras en las que las mexicanas seguimos siendo violentadas de manera sistemática, las carencias a las que aún en pleno siglo XXI nos enfrentamos, y algunos de los retos que tenemos por solventar en materia de seguridad, justicia, acceso a los derechos y violencia.
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Es un verdadero deleite ver un auditorio lleno de docentes, servidoras públicas, estudiantes – hombres y mujeres en general – madres acompañantes que a pesar de no estar de acuerdo con nuestros feminismos, se dieron cita para tratar de comprender a sus hijas, todas nosotras y entender nuestro “enrrabiamiento generacional”, ese del que habla Cristina Rivera Garza y que como bien dice el Magistrado Presidente Ricardo Sodi Cuéllar es la violencia efecto, que responde a la falta de resultados en cuanto a la erradicación de la violencia causa, – esa que yo pienso que es la madre de los dolores, los abusos y sobre todo la falta de atención en el cáncer más terrible de todos: la educación, es a través de ella que los cambios serán posibles. – El cambio será feminista y humanista o no será…
De más está decir que la actividad transcurrió del terror y el dolor a la fraternidad que implica comprendernos y saber que los feminismos todos buscan algo fundamental: que todos entendamos que las mujeres ya no nos vamos a callar y que todos los abusos serán denunciados, pero también que queremos vivir en una sociedad en donde podamos ser, caminar, existir y mucho más sin limitarnos desde el temor, ni sentirnos asfixiadas…
Es urgente corregir el error en el que muchas personas viven, el feminismo no es lo opuesto del machismo, “el feminismo es la idea radical de que las mujeres somos personas,” con eso es más que suficiente para apelar al artículo 4to. Constitucional que a la letra dice: “El varón y la mujer son iguales ante la ley,” que no sea letra muerta y que se cumpla a plenitud.
Hablando de mujeres fuertes, decididas y que hacen la diferencia en el mundo, quiero contarles una hermosa historia de lucha, que me fue compartida generosamente por mi querido compañero y amigo Gerardo Carmona Moreno, aquí un homenaje para ella y todo mi reconocimiento para él, quien a partir de su sensibilidad realiza periodismo de valor.
Agripina Pascual Martínez, originaria de la comunidad de San Felipe Santiago, del municipio de Villa de Allende, es una artesana mazahua, – a mucha honra – ¡sí, señor!
Sobreviviente de violencia intrafamiliar y acostumbrada durante una importante parte de su existencia a soportar los malos tratos y la violencia intrafamiliar perpetrada por aquel que debió haber cuidado de ella, el hombre en su vida: su pareja.
Durante más de tres décadas, la violencia fue parte de su día a día en forma de golpes, malos tratos y amenazas, a lo que podríamos agregar otro abuso más, pues a la edad de dieciséis años, fue robada por este sujeto quien la obligó a vivir con él, prometiéndole que a su lado no le faltaría nada.
Tiempo más tarde vivió el infierno resultante del alcoholismo de su marido, soportando todos los niveles de violencia imaginable, que inició con abusos verbales, malos tratos físicos, ser corrida de su domicilio por la noche – al cual desafortunadamente debía regresar perdiendo su dignidad en el camino – por necesidad, por hambre, por sus hijas y por falta de recursos.
Así fue como poco a poco Agripina fue olvidando su valor como ser humano y normalizando el abuso total y el control desmedido al que estaba sometida. En algún momento recordó cómo su abuelita la había enseñado en la infancia a realizar y bordar prendas mazahuas – muñecas y chales, – así que decidió confeccionarlas a escondidas y venderlas por algunas monedas, en realidad, muy pocas.
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El marido se dio cuenta y cuando se daba cuenta de que había vendido le arrebataba el dinero, comenzando ahora con violencia económica para agregar mayores agravantes a esta de por sí infortunada historia.
En una ocasión, este hombre decidió tomar un automóvil que no era suyo, y sufrió un accidente, razón suficiente para terminar en el penal de Valle de Bravo, en el cual cumplió con una pena corporal de seis años y ocho meses. Cualquiera supondría que este sería un respiro para Agripina, pero no fue así, aún de lejos mandaba a tenerla vigilada y controlada, hasta que este año recibió una notificación de demanda de divorcio promovida por su marido.
Inexplicablemente Agripina se deprimió y su mundo se derrumbó como lo haría un polvorón al destrozarse, fue cuando se dio cuenta de que requería ayuda, y decidió iniciar una búsqueda para conseguir apoyo, pues se sentía muy sola. Sus hijas fueron fundamentales en este momento de su vida, buscó en internet y se encontró con el número de apoyo psicológico ofertado por la Secretaría de la Mujer del Gobierno del Estado de México, y en ese remanso se reencontró consigo misma.
Se refugió entonces de lleno en la realización de productos artesanales mazahuas, cabe mencionar que en el año de 2016 esta mujer ganó el Gran Premio de Arte Popular de FONART, sin embargo, esto no fue suficiente para reconocerse como la gran artesana que Agripina es…
La huella de la violencia es tan terrible y devastadora que han tenido que pasar casi seis años para que su recuperación le permitiera verse en el espejo como alguien de gran valor que es capaz de ser un ejemplo para su familia, para sí misma y para otras mujeres que han vivido lo que ella vivió y que podrán verla como un referente cercano.
Que las mujeres #VivamosEnPaz…
Se aceptan con mucho cariño recomendaciones, temas y sugerencias en Twitter: @PalomaCuevasR