El juego de los protocolos

Cada estado en el país tiene su muy particular forma de hacer política y una de las cosas que más identifica a la política mexiquense es que, a pesar de todo, mantiene las viejas formas, los protocolos y los mensajes cifrados que, a veces, no lo son tanto.

Son cosas que no se enseñan en las universidades ni en las escuelas de formación de cuadros. Los políticos locales lo aprenden de generación en generación casi como legado: “un maestro para ser el ejemplo del poder y un aprendiz para ansiar ese poder”, digamos.

Quienes ya se sientan “en la mesa de los grandes” suelen elegir a uno de entre sus colaboradores para ungirlo en heredero, le enseñan las formas, los modos, los caminos, las artimañas y, sobre todo: los protocolos.

Eso no significa que sea un camino sencillo, a veces lo primero que deben aprender es el fino arte de tragar sapos, una vieja práctica que les ayuda a endurecer la piel, a curtirse en el calor de los intercambios de palabras y a mantener la calma ante cualquier situación.

En otras ocasiones deben poder identificar las sutiles señales del poder que les permitirán navegar por las voraces olas del mar de la incertidumbre.

Esta es quizás una de las habilidades más demandantes; muchos se han perdido por no entenderlas.

Por eso cuando hay eventos políticos, como el informe del gobernador, los interesados en el tema ponen especial atención en esos pequeños momentos protocolarios que pueden decir mucho, aunque quizás no signifiquen nada y el quinto de Del Mazo no fue la excepción.

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Comenzando por el saludo. Detalles como la ansiedad de Alejandro Moreno quien volteaba a ver la pantalla instantes previos a estrechar la mano de Del Mazo, mismo que se convirtió en incomodidad al querer saludar “de cuates” y recibir un casi condescendiente apretón.

Para nadie pasó desapercibido el contraste con, por ejemplo, Maurilio Hernández e Higinio Martínez, diputado local líder de la bancada de Morena y senador de la República por el mismo partido; con quienes el mandatario, incluso, se detuvo a bromear.

Situación similar al saludar a Ricardo Monreal, el senador que se ha resistido a ceder a los caprichos presidenciales y un aspirante a la candidatura de Morena para 2024 a quien, incluso Del Mazo le dio un cálido abrazo.

Continuaron las formalidades con Enrique Jacob presidente de la Legislatura local y Ricardo Sodi, titular del Poder Judicial para retomar a un saludo más fraterno con Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno capitalino y otra importante aspirante a la candidatura de Morena en 2024.

Después un saludo sin mucho aspaviento para los secretarios de su gabinete, uno a uno con la misma formalidad como para evitar alguna suspicacia en tiempos turbulentos de aspirantes a candidaturas o alianzas que no terminan de cuajar.

La salutación terminó con los exgobernadores. Abrazos y apapachos a un miembro más de ese privilegiado club. Por último, un apretón de manos seco al presidente del PRI Eric Sevilla, que generó contraste ante la efusividad previa y otro más a Anuar Azar del PAN.

Protocolos, protocolos, protocolos, ¿mensajes cifrados con intenciones ocultas o un simple y formal paseíllo para saludar a los invitados de la primera fila? Deferencias llamativas y notorias a los miembros de la oposición y trato seco, casi adusto con los propios.

Los hay quienes leen en estas formas un fondo electoral, alianzas secretas que se negocian en los recovecos de los viejos pero bien cuidados pasillos del palacio de gobierno; indicios de reuniones privadas que asoman vestigios en sonrisas, abrazos y cotilleos.

Se aventuran hipótesis de entregas anticipadas, de acuerdos manipuladores, de intrigas palaciegas en donde unos cuantos definen el destino de 18 millones que nada o prácticamente nada podrán hacer porque su destino no está en sus manos.

Y, claro, siempre está la opción de decir que no hay nada, que solo es humo, fantasmas de la “política ficción”. A final de cuentas ambas visiones sirven a un mismo fin: construir la idea de que en los juegos de poder nada es lo que parece, aunque muchas veces sí lo sea.

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