Entre la danza y la música se ha balanceado la carrera del maestro Magdiel Ramírez, un artista folclórico de Amatepec, Estado de México, quien trata de difundirlo en su región.
La llamada “Tierra Caliente” se divide entre el noroeste de Guerrero, el centro de Michoacán y el suroeste del Estado de México, misma que cuenta con acervo y expresiones propias, casi independientes, según lo ha manifestado ha reconocido la propia Secretaría de Cultura Mexiquense.
La música uno de estos rubros, la cuál busca la identidad a través de la narrativa sobre el contexto de cada lugar de la zona, según explica Ramírez.
“Es todo lo que envuelve nuestra tierra, o lo que sentimos muy de aquí, lo que nos identifica, en este caso se habla del sombrero, del mezcal, del torito, los toros, el caballo, hasta de la cuera y también muchas de nuestras canciones hace alusión a las mujeres de la región que son bonitas”, dijo el maestro.
Los anterior, para la creación del huapango en sus diferentes vertientes, aunque a veces decantándose más por lo norteño, en el caso de los mexiquenses, según explica el músico.
Sobre la composición, relata que no es diferente al proceso creativo de otros géneros, compartiendo que se suelen dar de forma orgánica.
“No es muy diferente a los demás, se da natural, nosotros nos juntamos y en la plática empiezan a salir las ideas, la plática, pero también a uno de repente le agarra la inspiración, empieza con la letra y le platica a los demás”.
Entonces empezamos a imaginarnos todos como soñaría y se empieza a hacer lo que es el ensamble, o al revés, a veces a uno se le ocurre una melodía, la muestra y sobre de eso empezamos a crear lo demás”, mencionó el artista.
Señala, que a veces los músicos se enfrentan con la dificultad para heredar su arte, y sobre todo el oficio, a la nuevas generaciones de la familia.
“En una plática entre músicos, una vez un señor de Tlapehuala me platicaba que su papá desde pequeños los ponía a ensayar, me decía —y de repente mi papá ya tenía 5 contratos musicales y aunque no sabíamos mucho íbamos y tocábamos—
“De repente nosotros le queremos enseñar a nuestro amigos o a algún familiar pero desgraciadamente como que no traen el chip y aunque tocan a lo mejor la guitarra, no traen el de querer estar”, comentó Ramírez.
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No obstante, también agregaba que no es una preocupación general, pues como maestro, ha podido observar cómo los padres de familia tienen interés en que sus hijos aprendan música, de donde algunos se decantan por lo folclórico.
En este sentido, consideró que el arte folclórico debe buscar fomentarlo, no solo a través de sus presentaciones.
“Un músico, o los que nos dedicamos a los folclórico, tenemos que buscar aportar a nuestra comunidad, entonces desde nuestra trinchera hay que apostar por lo cultural, tratar de dejar un granito de arena, enseñar y tocar puerta, muchas puertas”, concluyó el artista.
DMM