El papa Francisco dijo el sábado a los católicos del mundo que el nivel de codicia y hambre de poder era tal que algunos querían “consumir incluso a sus vecinos”, en una aparente referencia a la guerra en Ucrania y otros conflictos.
El Santo Padre, que celebra la décima Navidad de su pontificado, presidió una misa solemne de Nochebuena en la basílica de San Pedro. Fue la primera con un aforo de unas siete mil personas tras varios años de asistencia restringida a causa del covid.
Otras cuatro mil personas participaron fuera, en la Plaza de San Pedro, en una noche relativamente cálida.
Como ha venido sucediendo en los últimos meses, una dolencia de rodilla impidió al Sumo Pontífice permanecer de pie durante largos periodos, delegando en un cardenal para que fuera el celebrante principal en el altar de la mayor iglesia de la cristiandad.
Papa Francisco pide ver más allá del consumismo
Sentado a un lado del altar durante la mayor parte de la misa, estructuró su homilía en torno al tema de la codicia y el consumo en varios niveles, pidiendo a la gente que mire más allá del consumismo que ha “envuelto” a las fiestas, que redescubra su significado y recuerde a los que sufren a causa de la guerra y la pobreza.
“Los hombres y mujeres de nuestro mundo, en su hambre de riqueza y poder, consumen incluso a sus vecinos, a sus hermanos y hermanas”, dijo. “¡Cuántas guerras hemos visto! Y en cuántos lugares, aún hoy, se desprecia la dignidad humana y la libertad”.
Desde que Rusia invadió a Ucrania en febrero, Francisco se ha pronunciado contra la guerra en casi todos los actos públicos, al menos dos veces por semana, denunciando lo que ha calificado de atrocidades y agresiones no provocadas.
El sábado por la noche no mencionó específicamente a Ucrania.
“Como siempre, las principales víctimas de esta codicia humana son los débiles y los vulnerables”, dijo, denunciando “un mundo voraz de dinero, poder y placer”.
“Pienso sobre todo en los niños devorados por la guerra, la pobreza y la injusticia”, mencionando también a “los niños no nacidos, pobres y olvidados”.
Haciendo un paralelismo entre el niño Jesús nacido en un pesebre y la pobreza de hoy, el Santo Padre dijo: “En el pesebre del rechazo y del malestar, Dios se hace presente. Él viene allí porque allí vemos el problema de nuestra humanidad: la indiferencia producida por la prisa codiciosa de poseer y consumir”.
A principios de este mes, Francisco instó a la gente a gastar menos en celebraciones y regalos de Navidad y enviar la diferencia a los ucranianos para ayudarles a pasar el invierno.
El Papa cumplió 86 años la semana pasada y, aparte de su dolencia de rodilla, parece gozar de buena salud.
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El domingo pronunciará la bendición y el mensaje “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo) desde el balcón central de la Basílica de San Pedro ante decenas de miles de personas en la plaza.
DMM