Cada seis años el Estado en México experimenta un fenómeno recurrente: en la elección a gobernador suelen presentarse propuestas innovadoras que anticipan los procesos electorales federales hacia la Presidencia de la República; no obstante, este año es excepcional.
Este fenómeno político-social hacía que las elecciones del Estado en México se considerarán como en laboratorio electoral del país, aquí se ponían a prueba estrategias, discursos, narrativas, e ideas que se afinarían para las elecciones federales del siguiente año en turno.
Hay que reconocerlo, muchas de estas propuestas eran adaptaciones o tropicalizaciones de estrategias, ideas o campañas que se aplicaban principalmente en Estados Unidos y que eran traídos a México por parte de estrategas que corrían al país vecino a actualizarse.
TE SUGERIMOS: Llegó: La elección más cerrada de la historia
Más recientemente, hicieron su aparición nuevos asesores procedentes, principalmente, de España y Sudamérica; llegaron con nuevas ideas, nuevas propuestas, pero sobretodo, con un enfoque diferente de la política basado en la narrativa y la propaganda.
El último proceso electoral del Estado de México a la gubernatura, es decir el de 2017, dio cuenta de un enfrentamiento entre la visión proveniente de Estados Unidos y una perspectiva europea-sudamericana que arrojó resultados muy interesantes.
A partir de entonces, los asesores europeos y sudamericanos se apropiaron de una gran cantidad de campañas. Basados en el análisis de datos a partir de la redes sociales, construyeron narrativas que ofrecían a los ciudadanos historias de interés para empatizar.
TE RECOMENDAMOS: Tan lejos de la justicia y tan cerca de Kafka
Así, al llegar a 2023, nos encontramos con una situación por demás interesante: los modelos desarrollados a lo largo de los últimos seis años para los procesos de campañas están desgastados y, hasta el momento, no se observa algún indicio de innovación.
Esta situación es particular dado el antecedente de cómo se generaba o registraba los procesos electorales en el Estado de México, la entidad pareciera ya no ser el laboratorio electoral del país sino un campo de batalla más en una vieja guerra de clichés orwelianos.
Por un lado, se encuentran quienes a través del discurso del valor construyen el miedo, difunden el mensaje del riesgo a perder lo que se ha logrado y de la necesidad de unirse en torno a la defensa de eso que se ha conseguido.
Por el otro están quienes enarbolando la bandera de la igualdad a través de generar diferencias y la construcción de un enemigo imaginario al cual culpar de todo, o casi todo, se presentan a sí mismos como la propuesta diferente de un futuro igual pero mejor.
TE PUEDE INTERESAR: Nada para nadie… aún
En medio, se encuentra una ciudadanía completamente subrepresentada, que no puede encontrar identidad en alguna de las propuestas y que, en consecuencia, se aleja cada vez más de procesos en los que no ve oficio ni beneficio.
El otrora laboratorio electoral no ofrece ninguna innovación respecto a los procesos que se han visto en los últimos años a lo largo y ancho del país, muy por el contrario, vislumbra fórmulas repetidas y, por tanto, agotadas por desgaste.
Este fin de semana cierran las precampañas, se viene un mes y medio de ajuste de estrategias y se espera que siga un momento álgido de campañas. Hay mucho en juego y una expectativa muy alta; esperemos que, al final, no sea decepcionante como hasta ahora.
j.israel.martinez@gmail.com