Con paciencia cortan la tela, toman cada molde y lo recrean en los colores necesarios: piel, café, blanco, negro y guinda. 

Los pasan por las máquinas de coser y van tomando forma, lo que de inicio solo parecía retazos de telas de distintas texturas ahora tienen el aspecto de la precandidata única de la alianza entre Morena-PT-PVEM para la gubernatura del Edomex: Delfina Gómez.

El taller en que se confeccionan las Delfiluches se encuentra en un pequeño cuarto de una casa de la colonia Agrícola Oriental, en la delegación Iztacalco de la Ciudad de México. Ahí comenzó todo. Apenas unas máquinas, unos seis metros cuadrados, no más; hilos, agujas, un par de lámparas.

Delfiluches, la opción para jefas de familia

Pero la historia de las Delfiluches es apenas un apartado en una vida de militancia para las integrantes de MarSer, la pequeña empresa que está detrás de los peje y Delfiluches.

“Nosotros ya tenemos, al menos yo ya tengo 35 años trabajando aquí, dentro de lo que es la política, iniciamos con el ingeniero Cárdenas, cuando no había partido, mi padre, Francisco López Hernández, hacía corridos en aquél entonces para el ingeniero Cárdenas”, comentó Martha Lopez mientras cosía uno de los peluches que lleva a vender a cuanto mítin les es permitido.

Porque no es fácil, pese a que Andrés Manuel López Obrador las ubica y sabe que de la venta de los peluches, las playeras, gorras, chamarras y chalecos sostienen a sus familias, hay militantes que no las dejan vender.

Martha es fundadora de MarSer, empresa conformada por mujeres jefas de familia quienes hacen a mano los peluches de Delfina Gómez, ellas también salen a venderlos actividad a la que le invierten todo un día por los traslados. 

Emprenden con peluches

En su pequeño taller, cortan los materiales, en total se necesitan 21 moldes para lograr el Delfiluche, que tiene detalles como los aretes o los holanes en las mangas de la blusa, el chaleco distintivo en color guinda y el nombre bordado.

Cada pieza la venden en 200 pesos en los eventos políticos de Morena.

“Tenemos nuestros moldes, empezamos a marcar, caritas manitas, brazos, pasamos las caritas al bordado para que se la borden y después de eso empiezan a coser, empiezan a armar y, al final ya a rellenar, a rellenar y hacerle su chalequito pues ¿qué te gustaría? yo creo que al día por personas se andan haciendo entre 20 y 25 Delfinas, es muy laborioso, aparte el rellenado otro día, es el armado y al otro día el relleno”.

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Al día, las mujeres, en total cinco que trabajan en este taller, pueden crear hasta 100 Delfiluches al día, aunque, como son confeccionadas de manera artesanal, la creación a grandes escalas no está en sus planes.

“Somos varias trabajadoras porque somos varias mujeres las que trabajamos en este taller pro no podemos, tenemos un guardado pero no podemos juntar para poder conseguir una casita porque digo queremos tener una casa en la que podamos tener un taller porque ese es nuestro proyecto como mujeres, ojalá pudiéramos lograrlo, porque ese se nuestro sueño, pero bueno, al final, ahí están nuestros muñequitos, nuestras muñequitas, nuestras Delfinas y es muy pequeño nuestro taller”.

Jefas de familia

La plática es amena, reconocen que algunas son madres solteras, Martha es viuda y una más es estudiante. Todas suman para poder sacar los pedidos que les llegan, a veces un solo cliente les pide 100 muñecos pero muchas veces tienen que reconocer que no pueden sacar adelante el encargo porque son pocas manos y tienen poco espacio.

Para MarSer, los Delfiluches y los Pejeluches han significado una forma de llevar el sustento a casa por lo que se organizan para crear y vender, pues son más que un equipo de trabajo, una familia que se apoya para salir adelante.

SPM