Comentario sobre los aspectos generales de la obra y poemas de los últimos tres libros de poeta francés François Folscheid (Amboise, 1948), a saber: ‘D’infiniment de pluie et d’aube’ (Lluvia y alba sin fin, 2015), ‘Ombres et lueurs de l’involuté’ (Sombras y destellos de la involución, 2018) y ‘Gravir le silence’ (Escalar el silencio, 2021).
Dotado de una sensibilidad a flor de piel, François Folscheid es un poeta todavía poco conocido que, después de un largo silencio por necesidades laborales, familiares y de un evento personal desgarrador, ha vuelto a publicar tres poemarios notables en los que su inventiva destreza para manejar la lengua francesa se pone al servicio de su afán por sondear los adentros de la condición humana. Las imágenes son rebuscadas, complejas, abruptas a veces, pero siempre exactas: hacen vibrar armoniosamente nuestras cuerdas sensibles e intelectuales.
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En efecto, como se verá en los fragmentos que aquí presentamos, por una parte su lirismo no desdeña cierta confesión autobiográfica que se convierte, poco a poco y al precio de una tenaz lucha interior para evitar el derrumbe, en una catarsis que lleva a la resiliencia, como puede apreciarse en D’infiniment de pluie et d’aube (algo así como “Lluvia y alba sin fin”, ed. Petit Pavé, 2015): el poeta sale de una dolorosa separación aunada a una crisis existencial, y la lucha contra la tentación de tirar la toalla, contra el sentimiento de orfandad, equivale a un verdadero duelo.
Por otra parte, lejos de abandonarse a una lírica sentimentalista, Folscheid siempre mantiene en alto su exigencia poética asociada a una filosofía contemplativa orientada hacia el reencuentro con uno mismo, con los demás, con su terruño, a una síntesis de la emoción con el análisis introspectivo. Volver a la paz interior después de las tribulaciones por un mundo hostil, después de las frustradas esperanzas juveniles, volver en sí para sanar las heridas que la vida ha infligido: este es el tema de Ombres et lueurs de l’involuté (“Sombras y destellos de la involución”, Petit Pavé, 2018), donde al esfuerzo por regresar a la vida se añade una meditación sobre el retorno a la región natal –la Turena, el río Loire– y el autor hila las metáforas en torno a una remembranza de los tiempos idos, a una vuelta hacia el pasado, vinculándolas con el presente y con un futuro incierto pero vislumbrado con cierta confianza serena.
La búsqueda de pureza y de absoluto, no desprovista de un idealismo que se deriva del romanticismo alemán, continúa en Gravir le silence (“Escalar el silencio”, Le Grand Tétras, 2021). Superada la crisis de la separación, el autor profundiza en su proceso de desprendimiento, sin abandonar cierta preciosidad sutil. La voz poética, rica en aciertos prosísticos, se vuelve más parca, aun más concentrada, como si estuviera por llegar a lo esencial. La experiencia espiritual se vuelve decisiva. Se ha llegado a una cumbre donde reina el silencio y desde donde el poeta puede dedicarse a “contemplar la aurora”.
Sólo le falta continuar en esta vía de “busca de la base y la cúspide” –como reza un título de René Char–, escalar otras cuestas para alcanzar nuevas cimas y nuevas experiencias íntimas que le tocará trasmitirnos mediante espléndidas metáforas.