Elecciones en el Estado de México: lo que nos quedan a deber

Juan Carlos Villarreal Martínez

De las elecciones del Estado de México se dicen muchas cosas —la mayoría de ellas— exageradas, ya sea por el tamaño de la lista nominal, la larga duración en el poder de una elite política o el impresentable nudo de relaciones económicas, políticas y organizativas detrás del presupuesto público que supera con creces al de cualquier entidad del país. Este año, por ejemplo, sin contar proyectos federales, el presupuesto de egresos del gobierno estatal asciende a más de 356 mil mdp, en ese sentido ganar la gubernatura tiene diversos significados. Evidentemente el alegato de “defender al Estado de México de la destrucción” que tanto repite la candidata de la coalición “Vamos por el Estado de México”, tiene que entenderse a la luz de los datos establecidos previamente y en el otro frente como para los dirigentes de MORENA, ganar nuestra entidad les permitiría aumentar su cuota de población gobernada a poco más de 60% de la población total del país y obvio hacerse de cuantiosos recursos para continuar con su cuarta transformación. 

Ahora bien, aparte del diagnóstico político habría que dar algunos antecedentes a nivel nacional y que constituyen algunos mitos en la actual campaña que ha transcurrido en su primera mitad sin mayores sobresaltos; desde 2019 MORENA y sus coaligados se han hecho de dieciséis gubernaturas más las cinco que ganaron en la elección presidencial, más una que le prestaron a la coalición del PV-PT en San Luis Potosí, en total veintidós gubernaturas. En esa lógica, gobernar el Estado de México sería obtener la famosa “joya de la corona”. 

Para la coalición de “Va por el Estado de México” de perder la elección en la entidad, sería el panorama más desalentador desde la mítica derrota del año 2000. En ese sentido, el actual proceso electoral está lleno de símbolos y no pocos dilemas ¿Delfina Gómez representa lo mejor de la cuarta transformación? ¿o solo estamos frente al tránsito del grupo Texcoco por el grupo Atlacomulco?, ¿la elección del Estado de México detonará cambios en el estilo de gobernar que provoquen mayor confianza entre los sectores más reacios contra López Obrador, sea por sus bravuconadas y ocurrencias de nuestro presidente? ¿El resultado vendrá solo a fortalecer las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador por continuar en el poder detrás de bambalinas?

Lo que se está debatiendo desde el inicio de este sexenio, es lo que Chantal Mouffe define como la disputa por una nueva hegemonía. En otras palabras, para que verdaderamente ocurra un cambio que modifique sustantivamente la forma de gobernar a nuestro Estado hacen falta muchas más propuestas concretas que alumbren el camino del cambio, pues por el momento estamos frente a la feria de las ocurrencias; a ver quién ofrece más, quién propone más programas sociales, quién regala más dinero, etcétera. Mientras que el principal problema de nuestra entidad es la heterogeneidad en su territorio, la escasa recaudación de recursos propios y la constante dependencia del presupuesto federal, por ello, resulta preocupante que hasta el momento ninguna de las candidatas ha establecido de dónde sacará más dinero para hacerle frente a su manantial de propuestas.

Durante campaña, Andrés Manuel Lopez Obrador ofreció que el combate a la corrupción ahorraría más de $500 000 000 000 del presupuesto y, lo cierto es que nunca se vio tal ahorro, además, se consumió el fondo estratégico de reserva, ha echado mano de los recursos de fideicomisos y ha aumentado la deuda durante su gobierno. Delfina Gómez es la puntera y la más probable ganadora en este proceso electoral y, si quiere ser recordada como una buena funcionaria pública y una mejor gobernadora tiene que explicar a mayor detalle sus propuestas, de otra manera estaremos acudiendo a la puesta en escena de un nuevo guión que comienza muy atractivo y está lleno de suspenso, pero, que nadie sabe cómo termina. Los mexiquenses lo mínimo que merecemos es contar con un gobierno distinto, que sea más honesto y que también sea más claro en el cómo; por el momento eso nos lo han quedado a deber.

TAR