¿Qué es una identidad?
¿Qué es un cuerpo?
¿Qué es un sexo?
¿Qué es una persona?
¿Qué o quién nos define?
¿Por qué nos importa?
¿Quién nos erigió en censores?
¿Por qué los llamamos “ellos”
y nos llamamos “nosotros”?
¿Y si mejor nos vivimos siendo mejores personas?
¿Y si mejor existimos sin utilizar etiquetas?
Paloma Cuevas R.
El mes de junio se ha convertido desde hace ya algunos años, en México y en gran parte del mundo, en el mes del PRIDE /pɹaɪd/, [ˈpɹ̥ʷaɪd] por su pronunciación fonética o [praid] con pronunciación mexicanizada por mí… – Eh, ¿qué tal?- También conocido como mes del orgullo, a partir del 1 de junio comienza la cuenta regresiva para la realización de la Marcha del Orgullo LGBTTTIQA+.
El último sábado del mes de junio es también el sábado más esperado del año, para todo el sector de la población LGBTTTIQA+ y no es para menos, ya que de acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021, – realizada del 23 de agosto 2021 al 16 de enero 2022 – en México habitan 4.6 millones de personas LGBTTTIQA+, y contando.
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De estos casi cinco millones de personas, el 51.7% se identifica como Bisexual, el 26.5% se considera Gay u homosexual, el 10.6% pertenece a la población Lesbiana y el 11.2% se agrupa en otras preferencias: pansexual, demisexual asexual, etc.
Parece que fue ayer, mi primera vez en la marcha, hace doce años, con mi hijo mayor de la mano, quien me pidió asistir ya que un amigo mío, teatrero, cabaretero y muy feliz de expresarse libremente abriría el desfile para Astrid Hadad, de más está decir el escándalo inicial en casa, ¡¿pero cómo es posible, Paloma?! ¡Vas a llevar al niño! Y mi respuesta en el más calmado de los tonos de voz: Sí, vamos a ir mañana.
Ya me conocen, cualquier experiencia humanizante y educativa será siempre bienvenida. Ahí estábamos ese sábado, listos y con sombreros para evitar la dermatitis, agua “pa’la” hidratación, y toda la emoción de aprender.
Nos encontramos con un Ángel de la Independencia llenito de colores, arco iris, consignas, sombreros, tatuajes, tutús de colores, y toda la actitud, porque ¡antes muertas que sencillas! Ese día se presentaban Pedro Kóminik y Horacio Franco, un grupo de amigos homosexuales hizo valla para que mi hijo estuviera protegido durante todo el camino y le enseñaron las porras y las razones para lanzar las consignas. Caminamos desde Reforma hasta el Zócalo de la Ciudad Capital y reafirmar la posibilidad de coexistir en un ambiente de respeto relajado, exacerbado por los cantos, la poca ropa y la urgencia de ser: ser vistxs, ser nombradxs, ser visibilizadxs.
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Mención aparte merece la marcha del año pasado, en la que jamás logramos llegar al zócalo, eran tantas las personas y los carros alegóricos que era un espectáculo en sí mismo quedarse ahí, – después de dos años de encierro- a bailar y disfrutar de la música. La sensación era distinta, no había prisa, ni urgencia, era la posibilidad de ser, y estar lo que gozamos, al menos así fue en mi experiencia.
Se preguntarán seguramente ¿y la conmemoración el 28 de junio Día Internacional del Orgullo LGBT, qué? Pues, bueno hablar de “Orgullo LGBT” , su noción básica consiste en que no debe haber una sola persona en el mundo que se avergüence de ser quien es, cualquiera que sea su sexo biológico, orientación, identidad o expresión sexual.
Se habla del orgullo desde el concepto de la dignidad, y la dignidad es una cualidad inherente a todos los seres humanos sin excepción alguna.
Después de enfrentarse durante décadas a la estigmatización, la ignorancia y utilización de terapias inhumanas de conversión, la población LGBTTTIQA+ ha aprendido el secreto más importante: “La unión hace la fuerza!
Y de aquí, hasta donde tope, “hasta que la dignidad se haga costumbre, y que todos los derechos sean para todas las personas…”