Por Jesús Delgado Guerrero
En días pasados un reporte independiente del Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU de plano puso como lazo de cochino, o peor, a las agencias calificadoras de riesgo: son un oligopolio, incurren en conflicto de interés, operan bajo un sesgo ideológico (el neoliberal, claro), son opacas y, por si fuera poco, no son responsables de calificaciones incorrectas (las hipotecas Subprime, el mejor ejemplo, aunque hay más casos, como se verá más adelante).
Hete aquí a la opaca tercia oligopólica: Fitch Ratings, Moody’s Investors Service y Standard & Poor`s, que operan como agencias periodísticas, registradas en Estados Unidos.
Según el reporte del CDH, el negocio de las agencias calificadoras es ofrecer información acerca de los otorgantes de crédito y de quiénes los solicitan. En otras palabras, el “trabajo técnico” se resume en revisar si los prestamistas tienen la capacidad de prestar y los prestatarios la capacidad de pagar.
Y es justo aquí donde estos entes han provocado las maniobras ideológicas más tenebrosas (no sólo en materia de deuda de países, estados y hasta municipios), sino de generar presión ahí, donde los colmillos del “Ogro Salvaje” no han podido perforar y sangrar más a sus víctimas.
Petróleos Mexicanos es un caso sobresaliente. Resulta cuando menos sospechoso, por ejemplo, que su calificación crediticia se rebaje casi a “bonos basura” (como hizo Fitch Rating) cuando la paraestatal ha logrado lo que parecía imposible: generar utilidades en los dos últimos trimestres del 2020, en medio de la pandemia y de una reducción de la producción obligada por los acuerdos con la OPEP.
Sólo es cosa de recordar lo que se reportaba de la petrolera nacional en el 2019: que sus finanzas estaban mucho peor, registrando una pérdida anual de 346 mil 135 millones de pesos (unos 18 mil 367 millones de dólares), casi el doble del resultado negativo obtenido en 2018, cuando la pérdida fue de 180 mil 420 millones de pesos.
Ese tipo de “información” fue la constante durante la ultima década, por eso Pemex tuvo que recurrir a deuda tras deuda, sin que las calificadoras rebajaran nada; sólo maquillaban sus “opiniones técnicas” porque neoliberalmente se creía que nada alteraría el rumbo de la “reforma energética” y el desmantelamiento de Pemex: el asalto de los “inversionistas” (bajo el eufemismo de “rondas” para evitar el desacreditado término de “privatización”).
Sin embargo, durante los últimos dos trimestres del 2020 la paraestatal obtuvo utilidades (un hecho, sin duda, sorprendente). “En el cuarto trimestre del año 2020 se alcanzó una utilidad neta de 124 mil 210 millones de pesos. Hace más de cuatro años que Pemex no lograba dos trimestres consecutivos de utilidades”, se reportó.
Y para las pesadillas de los neoliberales, “en los primeros dos años de la actual administración, la empresa productiva del Estado ha entregado a la Federación un billón 473 mil 409 millones de pesos por concepto de contribuciones para el financiamiento del desarrollo económico y social de nuestro país”.
“Durante el año 2020, Pemex enteró al Gobierno Federal recursos por un total de 598 mil 330 millones de pesos por concepto de contribuciones directas e indirectas…”. El informe fue entregado a la Bolsa Mexicana de Valores y se resalta también que “tras 15 años de caídas constantes, en 2020 incrementó la producción de petróleo”.
Resulta entonces que cuando tienes pérdidas, baja producción y tus deudas están hasta el tope las notas de las calificadoras son “buenas”, pero cuando tienes ganancias (aunque tu deuda siga al tope) y aumenta tu producción, tus valores son despreciables hasta por los “fondobuitreros”.
(No es raro entonces que Pemex y el gobierno federal le hayan cancelado contrato a la calificadora Fitch pues para notas “técnicamente ideológicas” no es necesario desembolsar nada).
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