El Gabinete de la Alternancia

Históricamente la clase política dominante en el Estado de México provino de dos momentos históricos; Toluca como la capital del Estado y el priismo como heredero del grupo dominante. En mi libro “La formación y las características de la élite priista contemporánea: el caso del Estado de México (1996 – 2014)”,  ya daba cuenta de la dos fuentes donde emergen los liderazgos para la otrora fuerza política dominante, una formada por el gobierno en donde diversos actores políticos repartían en el gabinete como una especie de consolidación de su fuerza política, ahí aparecen los nombres de Martha Hilda González Calderón y José Manzur Quiroga entre otros y luego había una fuerza que provenía de los liderazgos locales ganadores de elecciones en donde personajes como Mario Santana Carbajal de Villa Victoria, el único municipio hegemónico que aún mantiene el PRI sin perder, en la época moderna, hasta personajes como Brenda Alvarado que ha sido seis veces candidata a puestos de elección entre 1996 y 2021 y que terminó como Secretaria de Desarrollo Social en el último gobierno priista, hasta líderes inefables como el ex alcalde de Tecámac, Aarón Urbina o la pareja de los sempiternos líderes de Antorcha Campesina en Chimalhuacán e Ixtapaluca, Maricela Serrano Hernández y Jesús Tolentino Rompan Bojórquez). Claro sin perder de vista al exgobernador Eruviel Ávila que fue un eficaz operador político en Ecatepec hasta ganar la gubernatura en el 2011 y que ahora parece que ingresará a las filas de Morena por la puerta trasera afiliándose al PVEM para que el cambio no sea tan evidente. 

Ese viejo modelo de cuotas y cuates, de presencias regionales y líderes que aportan votos comenzó a sufrir un cambio en el gobierno de Alfredo del Mazo que al final de su mandato trató de recomponerlo con fines electorales, pero nunca se pareció a los de operación política de sus antecesores, que privilegiaron la operación electoral a la eficacia administrativa. 

El gabinete emanado del primer partido de oposición que gana la gubernatura con una candidatura común que postuló a la Maestra Delfina Gómez y que desde la precampaña escribió el epitafio de esa élite política que anunciaba: “no hay PRI que dure 100 años ni pueblo que los aguante”. La idea de fondo y el motor de cambio eran evidentes, pero una pregunta yacía en el fondo y aún sigue sin resolverse plenamente, ¿será una rotación de élites o será un cambio de régimen? Es temprano para advertirlo, pero hay algunos cambios que se orientan al segundo concepto. 

El primer dato que arroja la integración del gabinete es que típicamente se trata de una coalición de gobierno, los tres partidos políticos que integraron la candidatura común tienen posiciones en el gabinete, existe una calculada selección de personajes que combinan la concreción de compromisos y el relevo generacional de actores políticos ajenos las reyertas tradiciones entre los grupos tradicionales al interior de morena que ha ralentizado el proceso de cambio de las principales carteras de gobierno que a una semana del arribo al poder sigue sin nombrar las principales carteras del gabinete legal y ampliado. 

Por supuesto que hay novedades que ameritan ser identificadas en su justa dimensión. La maestra honra su compromiso con un gabinete paritario, el primero en la historia del Estado de México y cumple con la ley, hay que decirlo, a la que muchos actores políticos le dan la vuelta y que se desprende de la reforma conocida como paridad total aprobada en el 2019; un cambio sustantivo es el origen de los actores políticos que supera el dominio tradicional de los tolucos que hoy son reemplazados por políticos provenientes del Valle de México y destacadamente de Texcoco, cuyo acto simbólico ya ha sido identificado en mi colaboración anterior; otro rasgo distintivo del gabinete es que el 72% de quienes lo integran posee estudios de posgrado, siendo las instituciones públicas su principal fuente de origen  y en este sentido hay un cambio con el último gabinete de Alfredo del Mazo, en cuyo eje central de las universidades donde provenían sus cuadros políticos de mayor confianza los constituían las universidades privadas. Estos signos quizá no sean suficientes para explicar un cambio de régimen, pero por supuesto se orientan hacia ese rumbo. No entraré al capítulo de las fichas y currículos pues será preferible esperar a su desempeño para tener una evaluación más objetiva, por el momento espero, que estos apuntes sirvan de pauta para interpretar los cambios que ya anuncia el primer gobierno de alternancia en nuestra gubernatura. Era lo mínimo que se esperaba; cambios que acabaron con la lógica de privilegios en donde los mismos actores políticos se rotaban en los cargos públicos de generación en generación. Esas designaciones seguramente no dejan contentos a todos y generan dudas, a no pocos analistas. Pero más allá del simplismo de otorgarles el beneficio de la duda, ahí en su designación hay un claro mensaje político: el cambio ya comenzó. 

SPM