El salón improvisado como auditorio es muy pequeño. Es casi un vestíbulo entre los corredores de la planta de Birmex, en Tecámac, muy cerca de donde se construyen las pistas del aeródromo militar de Santa Lucía.
A un lado, la caballada bajo el sol de la mañana. Son 148 potros cuya magra condición exhibe los estragos de 72 horas de encierro en camiones de transporte desde las praderas de Santa Gertrudis, en Chihuahua. Son una donación del Ejército Nacional.
Pedro Zenteno conmemora los 22 años de fundación de la empresa Birmex (Biológicos y Reactivos de México), y sin titubear dice:
“No podemos estar estirando la mano cuando antes exportábamos vacunas. Somos dependientes (en materia de fármacos), porque se perdió la brújula con las políticas neoliberales de la privatización y la corrupción. Por eso”.
–Hay países dependientes, compradores de vacunas y países dueños de patentes y fabricantes de vacunas y otros medicamentos. Ellos exportan, nosotros compramos. Y todo lo hacen con su sector privado. Pfizer es privado, AstraZeneca también, lo mismo Johnson & Johnson. ¿Y nosotros?”
Responde inmediatamente. Articulado como si tuviera las respuestas preparadas. Anuncia con toda certeza.
“Tenemos una alta probabilidad de contar con nuestra propia vacuna contra el Covid –Patria– en el segundo semestre de este año”.
–¿De veras usted cree probable eso? ¿La vacuna mexicana estará lista en diciembre?
“Ya estamos en la fase dos de experimentación. Se trabaja con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Nacional Autónoma de México. También con Avimex, una empresa privada. Ellos pararon la gripe aviar en México.”
Zenteno habla quedo. O quizá se deba a la inevitable sordina del cubrebocas. Sus argumentos no suenan como los de un técnico, tienen el timbre de un político. Así hablaba en la Cámara de Diputados. Su diagnóstico es idéntico al del Señor presidente, quien le encomendó –desde Birmex— la compra y distribución de medicamentos a nivel nacional, tema antes encargado a David León, quien causó baja (aparentemente), en la 4T cuando lo exhibieron en un video entregándole dinero a Pío López Obrador.
Entonces Zenteno salió del área de finanzas del ISSSTE y se fue a la empresa donde ahora explica el sistema de Compras y distribución de medicamentos.
“Tenemos tratos con todo el sistema de proveeduría internacional. Con Cuba, con Lituania, con Alemania”, dice.
–De acuerdo con información de hoy (ayer en El Financiero, sobre la adquisición de Midazolam), usted compró medicamentos lituanos diez veces más caros de como se podían conseguir en este país.
“Eso no es verdad”.
–¿Es una mentira?
“Es una mentira pura a partir del resentimiento”.
En este caso como en otros, el doctor Zenteno comparte el análisis presidencial: las críticas y las mentiras se deben a la tardía defensa de los privilegios perdidos.
–¿Entonces la falta de medicamentos, por ejemplo, los oncológicos infantiles desde el principio del gobierno?
“Son banderas sin razón. Los medicamentos están garantizados. Nosotros queremos el derecho a medicamentos gratuitos para todos.
“Por eso en todas partes del mundo la pandemia desnudó a los sistemas de salud, porque se desatendió todo, se prefirió el negocio antes que el bienestar de las personas, de la salud, de la medicina preventiva. Curación contra prevención. Aquí ha sido lo mismo, el sistema de salud en ruinas. Trescientos cincuenta hospitales inconclusos, entre otras cosas. No nos interesa la rentabilidad de las privatizaciones”.
Y de pronto para enfatizar su visión humanista dice:
“El gran problema de la humanidad es que ha puesto lo material por encima de lo espiritual.”
Retoma la idea anterior y comenta, el ISSSTE es un cascarón. “Todo está subrogado. Hasta para cambiar una chapa.”
Según este análisis las privatizaciones tuvieron como finalidad convertir al gobierno en un comprador de sus propios servicios. Los empresarios se quedaban con los servicios y luego se los revendían al gobierno. El negocio era redondo, fortunas inmensas y pésima calidad en el sistema de salud. La pandemia exhibió toda esa estrategia. Por eso hay tantas resistencias, por eso hay falsas banderas.
—Pero el caso es nuestra condición de compradores; no de productores, en el caso del Covid, ¿de qué tamaño es el negocio mundial de las vacunas? Dígame una cifra por desmesurada como sea y de seguro es más…
A pesar del cubrebocas se advierte la expresión de asombro: “No, es incalculable. Por eso se debe terminar con la especulación. Ese es el negocio. Debemos acabar con el capitalismo salvaje”.
–¿Cuánto tiempo le va a tomar al mundo hacer esto?
“Nosotros ya hemos comenzado. Cuanto más rápido sea posible, mejor”.
El mediodía se acerca.
–¿Le cuento un chiste entre amigos médicos?, le pregunto.
Sin responder mira afirmativamente, por curiosidad.
–Dicen de la vacuna “Patria”: nos va a volver a todos héroes como Vicente Guerrero. Si la “patria” es primero, muchos van a morir por la patria.
“Me parece un mal chiste”.
–Ah; pero se rió… le digo.
Afuera piafan los caballos que una vez inoculados permitirán los sueros para distribuir en todo el país más de tres mil millones de dosis contra las picaduras de alacrán y otros antídotos.
–¿De donde consiguen el veneno de los alacranes? ¿No han ensayado medicamentos anti cáncer con esa ponzoña, como en Cuba?
“Tenemos proveedores en Morelos y otros lugares. Y no, no hemos hecho esos ensayos”.
–¿Hay gente que vive de ordeñar alacranes?
“Sí”
Como dijo “El Guerra”, hay gente pa’too…
La mañana se ha terminado.
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