Los organismos públicos descentralizados y prestadores centralizados de agua de los ayuntamientos, enfrentan dificultades para proveer del servicio a la totalidad de su población y territorio de sus municipios. Es entendible que las poblaciones son dispersas y tienden a crecer constantemente, en ocasiones la orografía lo dificulta, y las condiciones climáticas no ayudan, pero esto no justifica el que no suelan ser considerados dentro de la responsabilidad de los encargados de proveer los servicios.
Esto es una consecuencia más del actual modelo de gestión, desde la municipalización de la prestación del servicio, las condiciones no han hecho sino empeorar y si bien desde sus primeros años era complicado, la situación va en franco detrimento.
Muestra de ello son los crecientes conflictos sociales, y la aparición de un número cada vez mayor de prestadores comunitarios, ejidales, y distintas figuras en que se organizan poblaciones y comunidades con el objetivo de proteger sus recursos naturales y garantizar la disponibilidad del agua para su vida; como es común en el subsector de agua y saneamiento, la información no es precisa, algunos datos indican que en México existen desde mil 500 hasta cerca de 30 mil organizaciones sociales.
Especialmente para los pueblos originarios, su relación con el agua va más allá de una simple provisión, es un elemento cultural y tradicional, y se enfrentan hoy a otros problemas inmediatos, como es la contaminación y la baja de disponibilidad de sus cuerpos de agua, a pesar de sus esfuerzos por defender su recurso, poco pueden hacer cuando el río de donde se proveen de agua baja su efluente, o cuando sus lagunas se secan, sin contar el peligro de consumir o utilizar agua que, a simple vista, oculta contaminantes que afectan su salud.
Aunque de manera indirecta, gran parte de sus problemas tienen como origen la sobreexplotación de los recursos hídricos, la falta de cumplimiento de las normas de descarga de aguas residuales, así como los cambios en los patrones de lluvia. Estas organizaciones son importantes por que han logrado mantener los recursos naturales que permiten que el ciclo del agua continúe, basados en soluciones tradicionales, se abastecen y hacen valer su propio derecho humano al agua, prácticamente de forma autogestiva, pero cada vez se enfrentan a mayores problemas que será dificil que resuelvan por sí solos.
Existen ejemplos a nivel internacional que demuestran cómo éstas organizaciones han dado resultados efectivos en la gestión del agua, como lo indica Elinor Ostrom en su libro “El Gobierno de los Bienes Comunes”; sin embargo, resulta inocente y sería hasta irresponsable esperar que todas las comunidades resuelvan por sí solos sus problemas.
Resolver y atender cada uno de los problemas de estas comunidades requiere de instituciones con mayor fortaleza institucional, y también con capacidades de escuchar y entender la visión de estas poblaciones y comunidades, comprender que las soluciones propuestas en las zonas urbanas suelen no serlo para ellos, por ello, los prestadores de los servicios municipales deben en primer lugar reconocer que la aparición de éstas organizaciones sociales corresponde al vacío y desatención que han vivido, después de todo la facultad territorial de los OPDs es municipal no sólo de los centros urbanos, pero también debemos reconocer como sociedad que hemos permitido el debilitamiento en todos los sentidos de estos organismos públicos, que luchan por mantener la prestación del servicio en las zonas donde ya tienen cobertura, a pesar de los embates por otras instancias de gobierno, de ahí que pedirles que atiendan ésta problemática es como pedirle peras al olmo.
DB