La nutrida producción literaria de Leonardo da Vinci ha ocupado a los máximos conocedores del artista durante más de doscientos años. Una contribución primordial en la investigación y difusión de este preciado legado la ha dado la tecnología. Primero, con la fotografía, produciendo las primeras ediciones en facsímil en Francia (1875-76) y después en Italia (1923-1945), seguida por las reproducciones modernas y ahora en formato digital.
La Leonardoteca, es un proyectorealizado por el Museo Galileo.
Si bien el alto costo del facsímil había sido una limitante para la investigación al estar en el acervo de muy pocas bibliotecas, ahora es accesible para cualquier investigador con una computadora. El proyecto se llama Leonardoteca y ha sido realizado por el Museo Galileo con la colaboración de otros entes, por iniciativa de su exdirector Paolo Galluzzi (1942), actual director de la Comisión Vinciana, creada en 1905 para publicar y difundir los manuscritos de Leonardo.
En entrevista para La Jornada Semanal, Andrea Bernardoni, coordinador del proyecto y profesor de la Università degli Studi dell’Aquila, lo explica a detalle. Nos encontramos en la biblioteca del Museo Galileo (ubicado junto a la Galería de los Uffizi, frente al río Arno), una de las mayores en la historia de la ciencia. El museo es también una referencia mundial en instrumentos científicos (siglos XI al XIX), incluyendo los dos únicos telescopios existentes de Galileo.
Con su claro acento toscano, Bernardoni habla de la colección completa de los facsímiles de Leonardo, mostrando sus características y diferencias, así como su valor histórico, siendo el actual proyecto su heredero.
Bernardoni recuerda cómo “las ediciones facsímil y las transcripciones de los códices encendieron el mito de Leonardo. Hasta mediados del siglo XIX se le conocía sólo como artista y, desde entonces, también como científico e ingeniero, aspecto propulsado por la histórica exposición en Milán de 1939, que incluyó doscientos modelos de sus máquinas de tamaño natural.
Es una digitalización activa que en un futuro terminará por incorporar los veintitrés manuscritos existentes de Leonardo, “que se piensa representan sólo un tercio de su producción total conocida, que suma 4 mil 100 folios (8 mil páginas)”. Se ha iniciado por el más extenso de ellos: el Códice Atlántico (1478-1519), que por volumen corresponde a un cuarto de sus manuscritos existentes.
Fue la infeliz acción del escultor Pompeo Leoni (ca. 1533-1608), que creó el Códice Atlántico desmembrando y mutilando diversos códices del artista, que dividió en dos colecciones: una está situada en la biblioteca Ambrosiana de Milán, centrada en temas técnicos y científicos; la otra es conocida como el Códice Windsor, se conserva en Inglaterra y está compuesta por dibujos de anatomía, paisaje y animales.
Este ambicioso proyecto incorporará 6 mil 195 notas críticas, 9 mil 248 citas bibliográficas y 782 volúmenes y, poco a poco, lo mucho que falta
Bernardoni recuerda cómo “la dificultad de estudiar a Leonardo inicia desde el acceso; escribía desorganizadamente y al revés, no era un pensador sistemático y en una misma hoja podía incorporar arte, ciencia y filosofía. No olvidemos que Leonardo, si bien era un artista, quería ser también un autor y se dedicó a estudiar los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y aire. Por eso Benvenuto Cellini lo recordó como ‘artista, ingeniero y grandísimo filósofo’, pues abordó temas de filosofía natural”. El Códice Leicester (ca. 1506-1510), por ejemplo, quiso ser un tratado sobre el agua pero le faltó reflexión, síntesis teórica y herramientas propias de la ciencia moderna que no habrían de llegar sino hasta Galileo.
“La Leonardoteca nace para ordenarlos y tener una visión homogénea y sistemática del artista. Nos hemos basado en las notas críticas de las ediciones nacionales de los mayores especialistas de Leonardo, incorporando entre otras 6 mil 195 notas críticas, 9 mil 248 citas bibliográficas y 782 volúmenes en la bibliografía.
”Puede además hacerse una búsqueda circular gracias al vínculo que tenemos con e–Leo, el programa de la Biblioteca Leonardiana de Vinci donde nació, cerca de Florencia, que realizó la digitalización clásica de todos los códices del artista, convirtiéndolo en un potente instrumento para la investigación.
”A lo largo de todo el siglo XX se han intentado ordenar cronológicamente sus manuscritos, pero sólo ahora la interpretación subjetiva se integrará con la científica, gracias a la incorporación de dos archivos: uno aporta información sobre la estructura material del papel (usó treinta distintos), las tintas y la filigrana. La otra contiene las 6 mil placas fotográficas en vidrio de los primeros facsímiles, para comprender el nivel de degradación de los folios para proceder a la relativa restauración. Además están los índices construidos con los aportes de Primati, Semensa y Marcolongo”, finaliza Benardoni.
La versión multicódigo de la Leonardoteca, con la inclusión de los datos procedentes de los manuscritos conservados en la Biblioteca Real de Windsor, está prevista para la primavera de 2024. Le seguirá el Códice Arundel de la British Library y cada año se digitalizará uno adicional que marcará una nueva era en los estudios de Leonardo. https://teche.museogalileo.it/leonardo.
PAT