Se acerca el Día de la Candelaria y miles de familias católicas se alistan para vestir y presentar en el templo la imagen del Niño Dios.
Para vivir esta tradición, no se trata solo de comprar ropa nueva a la imagen, sino de limpiarla y restaurarla para que llegue embellecida a su celebración.
Esta tarea queda en manos de artesanos expertos, quienes poseen la habilidad de dar a cada pieza un retoque de vida y a cada familia, un retoque de fe.
Alejandro Durán Nava es uno de ellos, un joven que hace 20 años dejó las aulas y optó por aprender de su padre las técnicas de un buen restaurador de imágenes religiosas.
Día de la Candelaria
Su trabajo lo ejerce todo el año en la comunidad de La Purificación, en el municipio de Texcoco, de donde es originario, pero durante esta temporada se instala en La Plaza de las Tradiciones.
Explicó que su oficio lo ejerce con fe, respeto y cariño, pues es testigo del amor con que cada persona le confía su imagen sagrada.
Y es que desde su taller ha sido testigo de sucesos que parecieran inexplicables, pero que para él solo son resultado de las energías que se van acumulando en las piezas religiosas.
“Nosotros hemos tenido varias historias de que se nos mueven los niños, la cabeza, los brazos y pues de la nada; con mi papá también hay un sin fin de historias, pues no sabemos cómo viene cada Niño cargado de la energía que puede ser un santuario, una casa o una persona que está enferma”, señaló.
Alejandro reconoció la carga emocional que puede transmitir cada pieza que llega a sus manos, pero sobre todo resaltó la importancia de su trabajo que va más allá de una simple reparación.
“Hay muchas personas que podrían ver un pedazo de yeso, un pedazo de resina, y no están tan mal, pero si supieran también la cuestión emotiva y mental que llega uno a crearle, independientemente de la religión, pues a eso nos dedicamos nosotros a restaurar la fe, restaurar el cariño y a restaurar los lazos familiares”, añadió.
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Experiencia inigualable
El artesano reconoció que en sus inicios no era muy creyente de las energías que podrían transmitir las imágenes que le daban a reparar.
Sin embargo, hubo un hecho que acrecentó su fe, pues relató que, en una ocasión, una monja le llevó una imagen que necesitaba pestañas.
Explicó que en ese entonces su tarea era solo decorar, por lo que comenzó a arreglar los ojos y notó que de pronto las personas que pasaban se le quedaban mirando de forma extraña.
Su padre al percatarse de ello, también volteó a verlo y le preguntó si se sentía bien, pues por sus mejillas corrían varias lágrimas.
“Todas las personas se dieron cuenta que los ojos me empezaban a lagrimear, pero yo no lo sentí, no había como un sentimiento que me hiciera llorar, pero en realidad fue algo muy extraño”, contó.
Pandemia redujo el trabajo
La pandemia por el Covid-19 afectó considerablemente la actividad económica del país y la de los restauradores mexiquenses no fue la excepción.
Alejandro notó como la enfermedad provocó una notable disminución de clientes, quienes en su mayoría eran personas adultas y de la tercera edad.
Recordó que hubo clientas que nunca volvió a ver, incluso después de que le llevaron su Niño Dios a restaurar y éstos se quedaron en espera de sus dueñas o dueños que no regresaron.
Estimó que las generaciones jóvenes tienen menos arraigada su fe en la religión y eso provocó un desplome de más del 50 por ciento de su trabajo.
Añadió que antes de la pandemia, durante la temporada llegaba a restaurar hasta 600 niños de diferentes tamaños, pero el año pasado apenas llegó a 250 piezas restauradas, aproximadamente.
¿Qué es el Día de la Candelaria?
El Día de la Candelaria es festejado cada 2 de febrero; se celebra la purificación de la Virgen, se viste al Niño Dios y se lleva a la iglesia para ser bendecido.
Después, quienes encontraron al niño en la rosca invitan los tamales, un platillo muy mexicano y una tradición que se basa en la unión de las familias.
DB