La artesanía, no solo es muestra de identidad y tradición; sino también un recurso de emprendimiento y una respuesta a la falta de oportunidades laborales, según lo ha experimentado la maestra en reboso de Ozumba, Erika Huitrón.
La artesana, señaló que su incursión en el arte popular fue debido a necesidades financieras, por lo que se acercó a cursos del reboso donde se “empapó” de las ancestrales técnicas otomí.
“Inicio todo por busca de trabajo y oportunidades, así me involucré en la artesanía y yo di con la artesanía de telar en cintura en su técnica otomí y ahora busco transmitir lo que es mi comunidad, plasmo en los lienzos flora, fauna y muchos colores en los lienzos, que es lo que nos caracteriza”, comentó.
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Lucha contra ‘el regateo’
Consideró que, a pesar de la lucha contra el regateo, el reboso puede ser bondadoso cuando se vende, con precios que suelen ir de los 400 a los 5,000 pesos, por lo que mencionó que un buen apoyo para el gremio podría ser a través del acercamiento con los clientes “correctos”.
“El tema del regateo es constante, pero el telar también es bondadoso, se pueden hacer varias cosas y hay personas que saben el valor que tiene lo que hacemos, entonces cuando nos compran aceptan los precios, creo que es importante el podernos acercar a los compradores correctos”, mencionó.
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Asimismo habló sobre el proceso de elaboración de la artesanía, donde detalló que para un reboso se utilizan 3 metros de hilo, a través de diferentes procesos que mantiene de forma artesanal.
“Se utiliza un urdimbre, que van en el piso o en la tierra y comenzamos con hilitos por pares; por ejemplo, para un reboso son 200 pares, de ahí ya se pasa al telar, de un lado se sujeta a un poste y del otro a la cintura, se hace como una conexión y empiezas a tejer, antes ya debes de tener la visión de que diseño vas a hacer, al terminar se desmonta, se hace el cavado, el empuntado y así es el proceso”, apuntó.
Prevalencia de técnica Otomí
Filamento puntualizó las virtudes personales que ha encontrado en la práctica de esta profesión, y reiteró que; en el Valle de los Volcanes, también se encuentra en peligro de extinción la elaboración del telar.
“A mi el tejer telar me cambió la vida por el tema económico, se convirtió en una fuente de ingresos y en el camino también descubrí que me fascina, me relaja, ahora ya llevo 12 año con el telar y no he repetido ni un solo modelo, todos son diferentes.
Sin embargo, esta técnica otomí se encuentra en peligro de extinción, al menos se está perdiendo en esta zona de los volcanes, somos pocas personas que lo trabajamos y son pocas personas que les interesa aprenderlo”, señaló.
DB