El 25 de noviembre de 2016 en La Habana, Cuba, murió el líder de la Revolución cubana, el Comandante Fidel Castro Ruz, a las 10:45 de la noche. En ese día, también se murieron miles de esperanzas, designios, pronósticos y augurios para un pueblo que en el paso del tiempo y la distancia, de verdad ha sufrido mucho. Antes, durante y después de la Revolución.
Los jóvenes de ahora, casi nada saben de los Castro Ruz. Yo lo quiero, desde que estudié en Ciencias Políticas de la UNAM. Pero para mí significaba un ser que era el baluarte de la rabia y las ganas de salir adelante, de un pueblo que fue, hasta que él llegó, desecho por los americanos.
Eso no tendría nada que ver, si no fuera porque este hombre estudió en escuelas jesuitas, e impulsó movimientos de liberación a favor de su país, entonces convertido en el prostíbulo de los americanos. Luchó como guerrillero, a favor de su pueblo y contra los que más necesitaban su apoyo. Dejó a Cuba como el mejor lugar de aplicación de la medicina de la América Latina; hizo que los que sí sabían, alfabetizaran a sus coterráneos; pudo sacar adelante a su país pese a los norteamericanos y a la feroz, magnicida apuesta de Estados Unidos contra él. Sobrevivió a la caída de la Unión Soviética, que tuvo a bien ayudarlos.
Conocí Cuba. Fui tres veces a estudiar allí. Estuve viviendo en Varadero tres meses en el campamento 26 de julio; visité la Isla Bonita: deslavada, llena de asombrosos edificios emblemáticos: hermosísima. Pero decolorada aún de sus muy alegres cubanos.
Pero eso es sólo, la información que hoy tiene el mundo entero. Fidel se fue, y con él muchas cosas buenas y malas. Sin embargo, me quedo con el hermanismo, el apoyo y el liderazgo que alguna vez tuvo México hacia América Latina por el apoyo que le dio a Cuba. Aún recuerdo las veces que fue Luis Echeverría a verlos y a tratar de ayudarlos.
También recuerdo que un día Vicente Fox perdió el juicio y le dijo, en marzo de 2002, en una cumbre presidencial sobre desarrollo y pobreza en México, cuando vendría George Bush y para que no se encontraran allí: “Comes y te vas”…
Días después, un mes tal vez, y en una conferencia en la Isla, donde se escuchaba nítida, la voz de ambos, y después del desplegón con que se corrió a Castro de México, se escuchó íntegra la conversación de ambos.
–¿En qué más puedo servirle, señor Presidente Fox?– . Y éste, con su poca experiencia de ex gobernador de Guanajuato le pide: –Básicamente en no agredir al Presidente Bush ni a Estados Unidos, sino a circunscribirnos….
En ese momento, y con el colmillo de ser Comandante Supremo, no le dejó proseguir y simplemente le contestó: –“Öigame Señor presidente, yo soy un individuo que llevo 43 años en política y sé las cosas que hago y que debo hacer… yo sé decir la verdad con decencia y con la elegancia necesaria…”
Por mucho que Castañeda, entonces canciller, pudiera haber querido componer las cosas. Nunca pudo. Vamos, ni su vocero, Rubén Aguilar, que lo corregía: “Lo que el presidente quiso decir, era que …”
Recojo la Canción tan sonada en Cuba: Fidel, Fidel, ¿qué tiene Fidel? ¡Que los americanos no pueden con él! Y otra : Oye… tu que dices que lo tuyo no es tan lindo… Oye, tú que dices que lo nuestro no es tan bueno… yo te invito a que busques por el mundo… otro cielo tan azul como tu cielo.
Porque a Cuba, la Isla bonita, la dejaron sola. Y así sigue…
¿Qué por qué escribo esto? Porque debe haber entre quienes luchan, una analogía, una afinidad, una rabia y un encanto por lo que hacen para su pueblo. No sé si algún día regrese de nuevo, el liderazgo que México algún día tuvo con los países de izquierda, que se perdió hace años, y que ahora tiene Lula da Silva.
Hasta la victoria siempre, Comandante. Patria o muerte. Y por supuesto, Libertad…
gildamh@hotmail.com
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TAR