En un sistema presidencialista como el nuestro, el titular del poder ejecutivo tiene la atribución de nombrar y remover libremente a los integrantes de su gabinete a diferencia del sistema parlamentario, en donde, los miembros del partido mayoritario ocupan las principales plazas del gabinete y con frecuencia el propio líder del parlamento es quien ocupa la titularidad del poder ejecutivo. Hecha esta distinción, resulta pertinente identificar tres rasgos que distinguen la integración del gabinete de Claudia Sheinbaum: el primero tiene que ver con la continuidad; el segundo con el perfil e idoneidad para el cargo y; el tercero un cambio sutil pero muy significativo, se privilegia la técnica -que no está peleada con la confianza- por la lealtad a la que AMLO le otorgaba el 90% de la importancia.
Continuidad. La propia virtual presidenta señaló que su gobierno sería el de un segundo piso a la 4T por lo que a nadie debe llamar de sorpresa que se continúe con los principales proyectos del gobierno saliente y se profundicen en aquellos en donde la próxima presidenta quiere imprimir su sello personal: educación, planeación regional e inversiones de la mano del más ambicioso proyecto de gobierno electrónico como el que impulsó en la Ciudad de México.
Perfil e idoneidad. En la integración de su gabinete, para no referirme a casos concretos, abundan los ejemplos de perfiles técnicos con experiencia en las áreas encomendadas con una división muy marcada tanto por la edad como por orígenes, entre lo externo y lo interno; todo lo que representará a México en el exterior es solvente, experimentado y con una gran reputación profesional, con algunas incursiones de jóvenes como en la Secretaría De Turismo y el caso paradigmático de Alta Gracia Gómez Sierra, encargada de promover la inversión privada el próximo sexenio; apostó por jóvenes con los que ya ha trabajado en su gobierno o con los que tiene relaciones añejas en el movimiento y ahí, aunque mucho se habla de dependencia con AMLO, lo cierto es que los designados obedecen a un escrupuloso modelo de selección que dista mucho del empleado por el presidente saliente.
Técnica y conocimiento. En inglés se usa el término “expertise” que se traduce como habilidad o conocimiento especial. Y aunque puede haber muchos sinónimos, la definición más cercana se refiere a pericia o habilidad y en ese sentido no basta con conocer del área (perfil) o tener la experiencia en el cargo y trayectoria en el servicio público (idoneidad). El expertise se traduce en haber demostrado calidad en el desempeño en trabajos similares y ahí radica el acierto en la mayoría de los cargos hasta ahora conocidos.
Se critican los nombramientos como el de Mario Delgado pues ni tiene el perfil, ni es idóneo para el cargo. La manera en la que destaca su herencia (hijo de maestra y pariente de docentes) no hace sino magnificar sus debilidades en el área, en otros sistemas políticos como el parlamentario los líderes de los partidos suelen ocupar posiciones en el gobierno, no es así en el sistema presidencial y tampoco es recomendable que quien encabeza al partido y se distinguió por un trato beligerante con propios y extraños hoy esté enfrentado, aún sin asumir el cargo, con dirigentes sindicales y especialistas en la materia. Fuera de eso, el resto del gabinete como en cualquier gobierno anterior, dependerá de dos condiciones para mantenerse en el cargo: la confianza de su jefe directo y los resultados en su ejercicio de gobierno, sin lo primero nada se sostiene y sin lo segundo no hay confianza suficiente para mantenerse en el encargo. La experiencia en los gabinetes presidenciales ha sido desde hace décadas integrante, lo mismo que anecdótica; por qué los designan, quién los selecciona, cuál es el proceso de ponderación, quiénes integran ese equipo para acercarle a opciones y recomendaciones a quien decide y cuáles son sus cálculos racionales para llegar al resultado final.
Claudia Sheinbaum exhibe control en el diseño de su gabinete, una buena selección en la mayoría de los cargos y un marcado compromiso con jóvenes con idoneidad para el puesto y al mismo tiempo con una brillante oportunidad para demostrarlo en la federación. Ahí está el sello de la virtual presidenta. El buen ánimo que campea en torno al gabinete es medible, no tenemos amenazas en el sector financiero ni quejas al interior del partido en el poder. De nuevo, es un gobierno de continuidad, pero los cambios son muy significativos.