Fairyn Argandar, actriz, directora y gestora cultural, nació en la Ciudad de México, pero su vida dio un giro significativo cuando a los nueve años se mudó a Toluca. Este cambio de residencia marcó el inicio de una trayectoria artística que ha impactado tanto a su comunidad como a su país, siendo una de las principales impulsoras del teatro en la entidad mexiquense, con el que también busca la conciencia social.
Fairyn Argandar, actriz, directora y gestora cultural
Desde pequeña, Fairyn estuvo rodeada de arte. Su familia paterna, compuesta por músicos, influyó profundamente en su desarrollo artístico. Las reuniones familiares eran siempre una fiesta de música y alegría, donde ella se divertía bailando y cantando.
“El arte siempre lo tuve porque, de parte de mi papá, mi familia tenía un grupo que se llamaba la Sonora Toluca, entonces mis tíos y abuelos eran músicos. En la actualidad tengo un tío que es concertista.
“Creo que es algo que desde chiquita lo tuve, siempre me gustaba cantar y bailar, a parte como mi mamá era maestra de preescolar como que me entusiasmaba porque siempre me estaba animando a meterme a talleres, sobre todo de canto y de baile. Mis papás lo notaron y la verdad fue algo que trataron de alimentar”, comentó.
Primera llamada
El teatro llegó a su vida gracias a su madre y su abuela, quienes eran apasionadas de este arte y la llevaban a ver obras. Sin embargo, un concierto de Michael Jackson fue lo que realmente la hipnotizó y la introdujo en el mundo del espectáculo. La magnitud y producción dejaron una huella imborrable.
“Mi mamá siempre nos llevaba a ver teatro en la Ciudad de México. El primer espectáculo que vi en mi vida, siendo muy pequeña, fue el de Michael Jackson, lo que para mí fue algo muy grande el ver un show de esa magnitud.
“Mi mamá siempre fue de llevarnos a actividades culturales; por ejemplo, algo que me da mucha risa es que cuando tenía como 10 años nos llevó a un show de trans. Desde los 13 años ya sabía que quería estudiar esta carrera”, apuntó.
A esa edad, Fairyn tuvo la oportunidad de ingresar al Centro de Educación Artística (CEA) de Televisa. No obstante, su madre decidió que no era el momento adecuado, una decisión que Fairyn agradece, al considerar que la industria puede ser cruel con los jóvenes talentos.
Al llegar a la universidad, ingresó a la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) para estudiar teatro, lo que transformó su perspectiva sobre esta disciplina.
“Entré a la Facultad de Humanidades y la verdad creo que fue más difícil de lo que pensaba, cuando uno empieza a decir que va a estudiar teatro se imagina solo ser actriz, me acuerdo de que uno de mis tíos me decía que había muchas cosas más, la realidad es que después de haber egresado te das cuenta de que, en este arte, tienes que aprender a hacer un poco de todo.
“La verdad después de haber estudiado cambió mucho mi perspectiva de ser actriz, conocer el régimen y muchos paradigmas te cambia, porque el arte es muy potente en muchas formas”, mencionó.
Aunque la facultad fue un desafío y en varias ocasiones se cuestionó si debía continuar, su pasión por el canto, desarrollada en el Conservatorio, la mantuvo en el camino. Allí encontró un profesor que le ayudó a fusionar el canto y el teatro, enriqueciendo su formación artística y motivándola a terminar la carrera para después desarrollarla en Canadá.
“La verdad en algún momento de la carrera tuve mis dudas, a la par estudiaba en el Conservatorio y de repente decía que quería hacer más que actuar, entonces conocí al maestro Óscar Ulises Cancino quien me ayudó a canalizar esta parte del canto con el teatro.
“Cuando terminé me fui a vivir a otro país, fue algo fuerte porque no era la persona que esperaba de mí, yo pensaba egresar y ya tener trabajo, una de mis amigas me propuso irnos a vivir a Canadá y me fui unos años. La verdad allá sí pude hacer cosas de teatro, aunque fue complicado porque primero tuve que aprender el idioma, entré a una compañía universitaria, pude hacer un cortometraje y comerciales”, mencionó.
Arriba el telón
A su regreso a México en 2011, la falta de oportunidades la impulsó a crear su primera obra original con una perspectiva de género, reflejando su interés por las problemáticas sociales, sin saber lo que ello significaría.
“Cuando regresé me hacía mucha falta el teatro y me puse a escribir mis guiones, después entré a una consultoría que trabajaba para gobierno, comenzamos a hacer obras con perspectiva de género.
“Escribí mi primera obra, por la necesidad de hacer teatro, pero también por no quedarme atrás, mi primer montaje fue con ‘Todas somos una’ y al mes de haberla estrenado nos ve esta consultoría y nos empieza a jalar a sus proyectos que tenían con mujeres”, comentó.
Esta obra no solo cambió su vida, sino que también la llevó a una gira de casi nueve años por el país. Fue traducida para un festival en Escocia y le abrió las puertas a oportunidades en Costa Rica.
“Del 2011 al 2018 hicimos una gira nacional y estuvimos en muchos municipios, tanto del Estado de México como de muchas zonas del país, yo me sentía muy emocionada y fue un parteaguas tanto para la consultoría como para nosotros porque cada seis meses teníamos agenda llena, de lunes a viernes, a veces hasta cuatro funciones al día.
“Ahí hablábamos un poco de la violencia familiar y en el noviazgo, entonces a partir de que comenzamos a trabajar esos temas nos fuimos especializando y comencé a darme cuenta de lo importante que era hablar de eso en el país. En 2013 la obra se tradujo al inglés y un mes se presentó en un festival en Escocia, luego tuvimos la oportunidad de ir a Costa Rica en 2014 y volvimos siete veces”, recordó.
Tras bambalinas
El éxito de esta primera obra motivó a Fairyn a seguir escribiendo y a especializarse en temas sociales, propiamente en la violencia de género, con la intención de combatirla a través del teatro.
“Todo esto me motivó a seguir escribiendo cosas, al hacerlo me encontré con el stand up con perspectiva de género, y encontrarse con eso fue algo difícil, como actriz lo subestimaba, pero tiene su complejidad y comenzamos a trabajar sobre esta perspectiva.
“Muchas instancias necesitan teatro especializado y muchas veces no lo encuentran, para mí también ha sido fuertísimo, porque la realidad a veces supera la ficción, te encuentras con niñas de secundaria que han sufrido grandes problemas como violaciones y abuso, uno no puede ser ajeno a eso, me llega en lo más profundo pensar en lo que a veces pasa la ciudadanía, te inspira y te obliga a hacer cosas nuevas”, compartió con la voz “cortada”.
Una parte fundamental de su vida es Ohana Teatro, la compañía que dirige desde 2007, creada junto a su generación de la universidad. Con el tiempo, Fairyn ha mantenido viva esta compañía, creando también una asociación civil para fortalecer la comunidad teatral y artística.
“Ohana Teatro nació en 2007, con ocho egresados de la facultad y poco a poco algunos lo dejaron o se integraron a otras compañías, pero yo seguí moviendo el nombre que, con el tiempo, te das cuenta de que eso es bien importante, ver el arte como una parte de gestión cultural, porque si bien es importante un compromiso social y una visión artística, también lo es la parte administrativa.
“Este año tratamos de meter varias becas y si yo no hubiera guardado las constancias y reconocimientos sería más complicado. Ohana Teatro se fue consolidando en esa parte, actualmente tenemos una Asociación Civil que es ‘Capacitación que transforma’, que tiene que ver con la misma compañía y de alguna forma la compañía también ha ido madurando”, mencionó.
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Acercar el arte a la gente
Para Fairyn, la comunidad es esencial. Busca fortalecer sus proyectos y los de sus colegas, convencida de que el cambio positivo se logra con el esfuerzo colectivo.
“Para mí es bien importante la comunidad, con los congresos empiezas a aprender de la gobernanza, políticas culturales y te das cuenta de que para que haya un cambio verdadero no lo puedes hacer solo, por más que lo intentes, puedes cambiar algunas perspectivas y decir ciertas verdades.
“Pero, para que cambie el entorno de todos, se necesita caminar juntos y el Estado de México es muy grande y diverso, hay mucha comunidad y dependiendo la zona cambian las necesidades, en el Valle de Toluca por los menos tenemos teatros, en otros lados no, pero ya hemos ganado espacios con los teatros municipales”, apuntó.
En la actualidad, sigue desarrollando proyectos artísticos con impacto social, mientras trabaja en un sueño: crear un teatro que brinde espacio a los artistas y acerque el arte a la gente.
“Nos estamos dedicando mucho a hacer proyectos con causa y proyectos sociales, es decir, con perspectiva y que pueda ayudar a la sociedad, es el primer año de la asociación y necesitamos generar curriculum, la idea también es expandirse a otros estados, aunque en el Estado de México también hay mucho por hacer.
“A mí me gustaría dejar un teatro y estamos buscando que eso se logre para que la gente pueda asistir más, hacer eventos, generar eventos, un espacio para que la gente haga teatro y lo consuma”, concluyó.
Fairyn Argandar es un ejemplo de cómo la pasión y el compromiso con el arte pueden transformar vidas y comunidades. Su trabajo sigue inspirando y generando cambios significativos, tanto en el ámbito artístico como en el social.
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