Amparo atendió su primer parto a los 14 años, con la sabiduría que le transmitió su madre sobre las parteras y sus prácticas ancestrales , quien a su vez, recibió conocimiento heredado de su abuelo, él, de sus antepasados mayas.
A sus 47 años, lucha por preservar la partería como práctica ancestral, de conocimiento empírico, que ayuda a mujeres que aún buscan estos servicios.
La mexiquense habitante de Chimalhuacán desde hace 37 años, afirma que en el municipio solo existen cinco parteras.
La desinformación, el desprestigio, la criminalización y la falta de reconocimiento administrativo han puesto al borde de la desaparición a esta práctica milenaria.
La partera lamenta que no haya transmisión de conocimiento de generación en generación, pues afirma que hasta hace menos de un lustro, había 25 parteras en el municipio; sin embargo, ya solo hay 10, de las que la mitad, son, adultas mayores y no ejercen por su edad y condición de salud.
Defienden parteras prácticas ancestrales
“Ya no hay descendencia. Las compañeras parteras ya no tuvieron aprendices; entonces hace cinco o siete años, me di a la tarea de hacer talleres de formación. Aquí en la casa cada año junto grupos de mujeres que quieren aprender partería tradicional, invito a las parteras mayores de aquí de Chimalhuacán y de otros lugares; ellas vienen a compartir sus saberes, aunque las autoridades no reconocen ese trabajo de formación”, explicó.
En sus 33 años como partera y médica tradicional, la también fundadora de colectivo Comunidad de Casas de Medicina Tradicional y Partería Indígena en México, ha atendido más de 700 alumbramientos; no obstante, en sus primeros 13 años, lo hizo sin registro ante alguna autoridad sanitaria, por lo que aquellos bebés que ayudó a traer al mundo, no contaban con acta de nacimiento.
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“Tengo más o menos 20 años que me integré a la jurisdicción sanitaria de Texcoco para poder dar un certificado de nacimiento a las personas que atiendo, hay muchas mujeres que lo que menos les interesa es el documento, porque ya es un derecho el que el Registro Civil les otorgue una acta de nacimiento”, argumentó.
Desprestigio y criminalización
La comunidad de parteras sostiene que el programa Nacional de Salud en el 2000, y más tarde el Seguro Popular en 2003, realizaron campañas de desprestigio en su contra, al difundir que las mujeres embarazadas corrían riesgos al ser atendidas por ellas.
“Aunque aparentemente el gobierno y las autoridades de salud nos apoyan, los hacen sólo para otorgarnos los certificados de nacimiento, porque cuando llega a ocurrir algún deceso, por excepción y no por que la partera haga una mala práctica, hay criminalización y cacería de brujas”, afirma.
Recordó el caso de una compañera quien recibió a una mujer que había sido rechazada varias veces del Hospital Materno Infantil de Chimalhuacán.
Caso que llevó a acudir con la partera, pero justo al entrar a su domicilio el bebé nació, cayó al piso y perdió la vida.
Por ello, la partera pasó tres meses en la cárcel, hasta que los padres del bebé fallecido aclararon que no había sido su culpa.
Amparo promueve la preservación de la práctica, aunada a la importancia de las ceremonias ancestrales de los pueblos originarios.
“Para nosotros todo proceso es ceremonial. La muerte es un proceso espiritual, la gestación para nosotros también lo es. El guiar la maternidad es una ceremonia igual que el nacimiento por eso atendemos lo físico, lo emocional y espiritual”, menciona.
Como partera y sanadora tradicional se prepara a través de cursos, talleres y diplomados de medicina tradicional en la Universidad Autónoma Chapingo.
También intenta transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones en su Casa de Medicina Tradicional Ixchel y su Temazcalli Balankanché, en Chimalhuacán.
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SPM