En su primera intervención en la cumbre del G20, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo propuso establecer un fondo para destinar “uno por ciento del gasto militar de nuestros países para llevar a cabo el programa de reforestación más grande de la historia”, con Sembrando Vida.
“Significaría liberar unos 24 mil millones de dólares al año (12 veces lo que ya destina México) para apoyar a 6 millones de sembradores de árboles que reforestarían 15 millones de hectáreas, algo así como 4 veces la superficie de Dinamarca, toda la de Guatemala, Belice y el Salvador juntos, o 30 por ciento a la de Suecia”.
Con ello, destacó, “ayudaríamos a mitigar el calentamiento global y restauraríamos el tejido social ayudando a las comunidades a salir de la pobreza. La propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida”.
Ante los países que concentran las principales economías del mundo, “cuestionó que en el mundo haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático”. Preguntó: ¿qué está pasando en nuestro mundo, que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial? ¿Cómo es que la economía de la destrucción alcanzó un gasto de 2.4 billones de dólares?, ¿cómo es que 700 millones de personas en el mundo aún viven por debajo de la línea de pobreza? Resulta absurdo, sinsentido que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático”.
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Consideró que con su propuesta “reduciríamos la migración, el hambre, si tan solo elevamos la palabra amor por encima del odio, la generosidad de la persona humilde y desposeída, por encima de la avaricia y el deseo de dominación. Me niego a pensar que somos capaces de crear la inteligencia artificial e incapaces de dar la mano al que se quedó atrás”, resaltó.
Apeló en “nombre de un pueblo, generoso, solidario y sabio a hacer un llamado a las grandes naciones a construir y no a destruir. A forjar la paz, la fraternidad y la igualdad. Llámenos idealistas, pero lo prefiero, a ser conformistas”.
Sheinbaum Pardo comentó que hace seis semanas se convirtió en la primera mujer presidenta de mi país y “no llegué sola, llegamos las campesinas, las migrantes, las obreras, las profesionistas, nuestras abuelas, nuestras hijas y nuestras nietas, llegamos todas las mujeres mexicanas. Pertenezco a una generación que luchó contra la represión, el autoritarismo, por la justicia social y la democracia y provengo de un grandioso pueblo que decidió fundar por la vía pacífica, una nueva historia para mi patria”.
Subrayó que con el proyecto político instaurado en 2018, “México está construyendo un nuevo rumbo, que tiene sus cimientos en nuestra memoria, la de los pueblos originarios que forjaron civilizaciones gloriosas mucho antes de la invasión española y a la fecunda historia política de un pueblo con héroes y heroínas extraordinarios, que forjaron un país libre, independiente y soberano. A nuestro pensamiento le llamamos el humanismo mexicano y a nuestro modelo, la economía moral. Quedó atrás el dogma de fe neoliberal, de que el mercado resolvía todo”.
Quedó demostrado, insistió, “que era absurda la teoría de que regando arriba gotearía abajo. Superamos todos los días la etapa de la oprobiosa corrupción y hemos logrado separar el poder económico, del poder político. Quedó en el pasado el desprecio por el pueblo y hoy se edifica con democracia e igualdad una nueva era, que tiene como base la máxima de la prosperidad compartida o dicho de forma llana: por el bien de todos, primero los pobres”.
Afirmó que gracias a ello, “México es de los países de la OCDE menos endeudados, con menor tasa de desempleo, el salario mínimo aumentó a más del doble en 6 años, se fortalece la educación y la salud pública como derechos y 80 por ciento de las familias recibe un apoyo de manera directa.
“Estamos en el récord histórico de inversión extranjera directa y reservas del Banco de México. Se construyen trenes, carreteras, puertos y aeropuertos; la pobreza se redujo en más de 9 millones de personas y disminuyen las desigualdades. Hay democracia, libertades, pluralidad y derecho a disentir, se fortalecen las instituciones de seguridad, de justicia y se construye paz”.
Subrayó que uno de los programas más ambiciosos lleva el nombre de Sembrando Vida, el cual consiste en dar a las familias pobres del campo un jornal, capacitación técnica para sembrar árboles maderables y frutales, así como otros cultivos.
“Nosotros destinamos cada año mil 700 millones de dólares para apoyar a 439 mil familias en México, y 40 mil en Guatemala, Honduras y El Salvador. En 6 años se han reforestado con la siembra de mil cien millones de árboles, más de un millón de hectáreas, lo cual equivale a capturar anualmente 30 millones de toneladas de CO₂”.
Felicitó a su par brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva ,por la iniciativa progresista y justa de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.
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JCM