Donde existe lo desconocido,
existe aún la esperanza.
Thorthon Wilder, “Los Idus de Marzo”.
De repente, se me ocurrió escribir un libro de poesía, y de amor: de sol de polvo y viento, y sueños de poeta. Y le pedí a mi querida Angélica Valero, escritora mexicana, que me hiciera favor de introducirlo. Y la verdad es que lo hizo tan bien, que quisiera regalarles a ustedes una serie de frases de estas seis hojas que me encantaron.
El texto se llama Serendipia, que significa: chiripa, casualidad. Es un hallazgo afortunado, valioso e inesperado, que se produce de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que se ha hecho un descubrimiento importante, aunque no tenga relación con lo que busca. En fin, el texto introductorio de Angélica, dice así:
Tengo en mis manos el volumen Serendipia, de Gilda Montaño. Se trata de un bello libro de varia invención que se estructura principalmente a partir de cartas.
No se trata de una novela epistolar, o no exclusivamente epistolar o no es una novela en lo absoluto. Es varia invención, porque hila y entreteje distintos géneros y habilita, en consecuencia, distintos tipos de análisis.
El texto –por el momento lo llamaremos simplemente así– tiene un título precioso: Serendipia, al cual me referiré más adelante. La lectura comienza con un epígrafe proveniente de una novela que es referente en cuanto a las posibilidades literarias de la correspondencia epistolar: Los idus de marzo, de Thorton Wilder.
Debemos tomar este primer guiño como una aproximación de lo que verdaderamente entrañan las páginas de Gilda Montaño: un testimonio del momento histórico que le ha tocado vivir, con todo y su interpretación, del mismo modo que lo narraría cualquier persona en un cuaderno, para desahogarse. Sin embargo, esa es la trampa. No es un Diario Secreto de una quinceañera enamorada, sin dejar de serlo, y no es un libro escrito por azar y a vuelo de pluma, Estamos ante una estética narrativa que te atrapa, porque, en primer lugar, está muy bien escrita.
Tampoco es una novela porque la historia inicia, y lo sabemos, desde antes que comience a escribirse. Todo es un circunloquio que no llega a ninguna parte. Es un laberinto que nos invita a quedarnos acurrucados en sus rincones.
Ahora sí. Serendipia, que significa una sorpresa, un hallazgo que nos encuentra a nosotros: ¿quién se lleva la sorpresa?, ¿es todo tan azaroso?, ¿puede empezar lo que nunca ha terminado?, ¿se puede morir dos veces? En este juego de espejos cada quien encuentra lo que está buscando.
El leitmotiv es el eterno femenino, que toma como pretexto el amor, para retornar siempre hacia la disertación y a desnudar el alma. El enfrentamiento con la propia naturaleza frente a la genuina necesidad del regreso a lo más simple.
Y así sigue mi querida Angélica, y estaría de más platicarles tanto. Únicamente déjeme querido lector regalarle en tramos y letras, lo que ha significado para mí escribir algo que me gusta mucho. La verdad es que, a través de los años, de hacerlo diario, me doy cuenta de que este texto está en verdad bonito.
gildamh@hotmail.com
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