La agenda informativa está dominada por 3 temas, la consulta del 1 de agosto, esa donde no sabemos que es lo que estaremos contestando, la defensa y reconocimiento al pueblo y gobierno de Cuba y la tercera, los juegos olímpicos.

El primero y segundo temas se han tratado tanto en los últimos días que reiterar en los mismo es de flojera y de pena ajena, pero abordar el tercero vale mucho para aprovechar estas líneas.

Desde donde se le vea, mucho se aprende de las hazañas deportivas: disciplina, preparación, estrategia, talento, apoyo, unidad, muchos son los adjetivos y los valores que cada uno de los atletas han desarrollado para insertarse en la elite de su deporte a nivel internacional.

Es claro que solo los mejor preparados alcanzarán el cuadro de medallas.

Siempre me he preguntado porque los países latinoamericanos alcanzan tan pocas estrellas en los juegos olímpicos, en esta edición se han conquistado 8 medallas en total; Brasil 5, Ecuador 1, Colombia 1, México 1 y Cuba 1 medalla.

En Latinoamérica y el caribe viven más de 629 millones de personas y de ese total sólo 8 personas han alcanzado una medalla, para hacer este comparativo aún más dramático, Corea del sur con una población de 51 millones de habitantes lleva hasta el momento 13 medallas de diferentes colores.

Kosovo es un territorio-nación, que aun no es reconocida como tal por todos los países del mundo, cuenta con 1 millón 800 mil habitantes y ya tiene en su cosecha 2 medallas áureas.

En fin, ejemplos sobran, muchos enterados del deporte culpan al sistema político de las pobres actuaciones de los latinoamericanos en las justas olímpicas, a la falta de apoyo, al seguimiento de planes, a la corrupción, al amiguismo, al derrotismo.

Yo creo que es el aire…si porque cuando un latinoamericano sale de su país, parece que las cosas cambian para el o ella y como por arte de magia se encuentra ante la imposibilidad de contender de manera cierta por las medallas olímpicas.

Es hasta cierto punto patético que toda una nación se rinda ante la demostración de disciplina, de coraje, enjundia y valor de un deportista y no por menospreciar, pero cuando como pueblos y personas estemos acostumbrados al triunfo, seguramente es porque las cosas ya cambiaron en nuestro entorno.

Si no, seguiremos esperando la bendita medalla de Oro, Plata o Bronce para deificar a seres que no cambiaran las pobres condiciones económicas en las que vive Latinoamérica, bienvenido el deporte, los deportistas, el ejemplo, pero lo que en verdad se requiere es un cambio de actitud en masa, para tomar por fin el control de nuestra vida y de nuestro destino.

Mientras tanto, sigamos soñando y que esos brotes de realidad que significan los logros deportivos se multipliquen, que su ejemplo sirva para saber que el destino se puede cambar y que el resultado depende de nosotros. En eso apoyo y estoy de acuerdo.

Entonces sí, que vivan los juegos olímpicos y que logremos impregnarnos del ejemplo para guiar nuestra vida por el camino que deseamos.

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