Diana Mancilla Álvarez

Pobreza, el rostro de la pandemia

“Por el bien de México, primero los pobres”. Esta frase fue un tema recurrente en todas sus campañas. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado reiteradamente su amor por los pobres y a ellos se ha enfocado desde el primer día de su gobierno, de eso no cabe duda.

Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada al mandatario nacional más popular de los últimos años, porque la pandemia por Covid-19 se encargó de frenar todos sus programas, o casi todos. También frenó inversiones privadas y paralizó durante casi todo un año la economía del país.

17 meses después de la aparición del Coronavirus y de sus fatales consecuencias, México ya no es el mismo país. La economía apenas empieza a repuntar y muchos de los programas oficiales se han quedado en proyectos. El resultado se refleja en una población cada vez más pobre. Y no lo digo yo, ni son apreciaciones personales.

El Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer que entre 2018 y 2020 el porcentaje en situación de pobreza a nivel nacional aumentó de 41.9 a 43.9 por ciento. Dos puntos porcentuales apenas representan; sin embargo, un incremento de 51.9 a 55.7 millones de personas en situación de pobreza. Eso quiere decir, en palabras llanas, que en dos años casi 4 millones de personas han visto rebajar sus niveles de bienestar drásticamente.

Otro indicador que dio a conocer el Coneval es que el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema aumentó de 7.0 por ciento a 8.5 por ciento, en el mismo periodo. Si hablamos de seres humanos, tenemos que ese indicador pasó de 8.7 a 10.8 millones de personas; un aumento de 2.1 millones que, literalmente, en ocasiones no tienen qué comer.

Dice el Coneval que la pobreza es un fenómeno multidimensional que comprende aspectos relacionados con las condiciones de vida que vulneran la dignidad de las personas, limitan sus derechos y libertades fundamentales, impiden la satisfacción de sus necesidades e imposibilitan su plena integración social.

En el nivel de bienestar económico las cifras son dramáticas, pues indican que entre 2018 y 2020 el porcentaje de la población, con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema, aumentó de 14 a 17.2 por ciento en el país. Esto significa que el número de personas que, aún destinando todo su ingreso a la compra de alimentos no puede adquirir los productos de la canasta alimentaria, creció de 17.3 a 21.9 millones. Ellos son los pobres entre los más pobres.

Hay otro indicador que nos dice que el número de mexicanos que no cuenta con los recursos suficientes para adquirir los bienes y servicios que precisa para satisfacer sus necesidades (alimentarias y no alimentarias) aumentó también de 61.8 a 66.9 millones en este periodo.

Esta fotografía de la pobreza que ofrece el Coneval muestra en toda su crudeza lo que han sido los últimos dos años para los mexicanos… y no se ve, en el futuro cercano, que esto pueda modificarse.

ASME


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