Muy joven, entre los años 1973-1975, me interesé en la actividad política gracias a las lecturas que hacía de las revistas “¿Por qué?” y “Los agachados de Rius”, así como mi lectura diaria del periódico “Excélsior” que dirigía Julio Scherer García. El caricaturista Rius, el Ing. Heberto Castillo y el periodista Julio Scherer García, fueron mis maestros. Esa fue mi escuela política, si así se le puede llamar.
Fue impactante el saber que, desde entonces, en el país las cosas estaban mal y había un partido político (PRI), quien era el causante de la difícil situación que se vivía en nuestra nación, ya que era muy complicada para la mayoría de los mexicanos.
EL PRI cargaba con la culpa de las matanzas del 10 de junio de 1971 y del 2 de octubre de 1968, así como la represión a ese histórico movimiento estudiantil. También era responsable de la represión a las huelgas de médicos y ferrocarrileros. Del encarcelamiento, por varios años, del célebre pintor David Alfaro Siqueiros y del líder ferrocarrilero Demetrio Vallejo Martínez. Así como también del encarcelamiento de los líderes estudiantiles y maestros del movimiento del 68.
Por todo esto no había manera de estar en el PRI, de apoyar al PRI. De creer en el PRI. En esos tiempos había dos opciones para combatir al régimen Priista; la lucha armada que impulsaba la revista “¿Por qué?”. Esta reivindicaba las posiciones de los distintos grupos armados que entonces se movían en todo el país.
La segunda opción era la vía pacífica que impulsaba el Ing. Heberto Castillo, a través de un nuevo partido político, el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Me decidí por esta vía, la lucha pacífica a través de los partidos políticos y de la insurrección popular.
En ese entonces, el PMT era la esperanza y al cual muchos intelectuales, estudiantes y trabajadores depositaban la confianza para que fuera un instrumento que sirviera para derrotar al PRI y cambiar las condiciones de millones de mexicanos.
Me afilié al PMT en 1974 y durante 1975 gestioné una visita del Ing. Heberto Castillo y Demetrio Vallejo, los dos ex presos políticos, a mi ciudad natal Texcoco, para conformar un comité municipal del PMT.
Finalmente, después de una etapa de difusión y propaganda en la cual participé yo y dos amigos más, se llevó a cabo la asamblea popular en el jardín de Texcoco el 13 de febrero de 1976. Acudieron no más de 150 personas y desde entonces me dediqué a impulsar a ese partido.
El PMT después se unificó con otras agrupaciones para formar el Partido Mexicano Socialista (PMS) y posteriormente se fusionó con otras agrupaciones para formar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), a cuyas filas renuncié a finales del 2011 para dedicarme a la formación de Morena, al cual pertenezco.
Este es un resumen de una vida dedicada al quehacer político y de la cual siempre he estado en la misma línea. En este largo lapso de 47 años he llegado a ocupar dos veces el cargo de Senador de la República. Tres veces gané la presidencia municipal de Texcoco. Tres veces he sido Diputado Local. Dirigente estatal del PRD. Colaborador de AMLO en su gobierno de la Ciudad de México. Candidato a Gobernador del Estado de México por el PRD en 1999, entre otras cosas.
En ese largo trecho pude estudiar la carrea de médico cirujano en la UNAM. Construí una familia con hijos y nietos. Mi actividad política me ha generado muchas amistades, pero también enemigos que no son propiamente míos, si no de mi causa, de mis principios, de mi lucha consecuente durante toda esta vida.
Siempre recuerdo al historiador cubano Eusebio Leal quien alguna vez decía, recordando a José Martí, de estar convencido de que tenemos derecho a andar, a veces por necesarios extravíos para hallar nuestro propio camino. Y es lo que he hecho en mi vida privada.
Siguiendo esas palabras, puedo decir que nunca me he avergonzado de lo que pienso, de lo que creo, ni tampoco me avergüenzo de mis pasiones. Siempre he tratado de ponerlas todas al servicio de la causa mayor.
Creo en la democracia. Sigo pensando como Morelos que hay que moderar a la opulencia y a la indigencia. Sigo soñando en un país con justicia, sin pobres tan pobres y sin ricos tan ricos.
No he cambiado mi forma de pensar desde entonces. Hay que seguir luchando. Tengo que seguir luchando hasta que dios me lo permita.
El Estado de México merece una oportunidad distinta y un gobierno distinto a los que hemos tenido. Toda la experiencia acumulada, todo el conocimiento adquirido y todo el amor que le tengo a mi entidad, me obliga moralmente a dar otro paso.
Por eso andamos recorriendo, por enésima ocasión, todos los municipios del Estado de México.
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