Casi a espaldas de la Concha Acústica, se ubica el puesto 14 de la Feria del Alfeñique en Toluca, allí, tres mujeres en cuyas manos el dulce esfuerzo se revela tan pronto la mirada las enfoca, atienden y ofrecen a los paseantes el esfuerzo de meses que se tornó en legado.
La de mayor experiencia es Rosa María Hernández Venegas, quien forma parte de la cuarta de cinco generaciones que han trabajado con el dulce y azúcar para mantener viva la tradición de amar a los seres queridos que se han adelantado en el camino.
Alfeñique, amor y tradición
“Doña Rosi”, como se le conoce, va de un lado al otro del puesto que su familia ha cuidado, escoge los productos, los muestra, explica qué significa cada uno de los que hay en ese puesto semifijo que durante un mes le da un toque azucarado a la muerte.
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Mientras platica con La Jornada Edomex, da indicaciones, ella dirige “la orquesta“ porque así lo permite la experiencia de un legado que ha prevalecido por más de un siglo.
“Nosotros le calculamos que desde el 1900 (hemos estado), desde mi bisabuela, yo he intentado investigar más para atrás con mis tías pero ellas solo se acuerdan de la abuela Lolita. De niña nunca se me ocurrió preguntarle a mi abuela, por eso le calculamos que desde 1900, pero pudo haber sido desde antes”, comentó la encargada del puesto.
Herencia familiar
El arte de crear calaveritas le fue heredado. Desde niña comenzó a involucrarse en la preparación del dulce, para el cual, incluso hay que tener condiciones físicas y la temperatura corporal es clave.
“Yo ya le ayudaba a mi abuela, creo que empecé como a los ocho años y es que para eso también hay que tener la cualidad, porque mi abuela le decía a mi hermana y luego, luego se le aguadaba. Ella tiene las manos muy calientes, las mías son templadas, entonces a mí no se me ablanda y también depende mucho de eso el alfeñique”.
En los pasillos de Los portales de Toluca, desde 1932, cada octubre la muerte es dulce y colorida, la nostalgia genera sonrisas y da vida. Con papel picado y dulces tradicionales, las calaveras de azúcar y de chocolate, porque la demanda así lo requiere, adornan cada uno de los puestos que se colocan en la Feria del Alfeñique.
Sin embargo, los tiempos cambian, y este tipo de tradiciones cada vez les son de menor relevancia a las nueva generaciones, pasa con el tapete artesanal, con el obispo de Tenancingo, como se ha reportado en estas páginas, y para el alfeñique no es diferente, según lo comentado por la artesana de 59 años.
“En aprender a hacerlo y se interesan muy poco, ahí yo le veo mucho desánimo, incluso en la familia, que te dicen —¡Ay yo no voy a hacer eso!— y uno no lo entiende, pero la gente se sorprende y creo que les llama mucho la atención porque no se los transmiten los papás o los abuelos”, dijo Hernández Venegas.
No solo son calaveritas
Doña Rosi explicó que las figuras que se realizan, además de las tradicionales calaveritas de azúcar, tienen un propósito: representar algo de lo que al difunto gustaba en vida, para colocarlo en la ofrenda.
“Nunca se preguntan el porqué del pollito o de la tumba, pero te puedo decir que el pollito es, a lo mejor, porque a mi abuela le gustaba el mole verde, entonces pongo un pollito en representación de; o, si a mi abuelo le gustaba la barbacoa, pues pongo un borreguito”.
Pero así como de repente a quienes prefieren el chocolate, también llegan las personas que buscan recordar con amor y no solo q las personas.
Con el paso del tiempo, las tradicionales figuras de alfeñique se han utilizado también para representar a las mascotas, mismas que tienen su propia ofrenda en las casas de algunos toluqueños.
“Vino un chico que se llevó tres gatos y dijo que en su casa le encantaban, incluso me dijo que uno se llamaba Trapitos, o sea, ya no solo le ponen a las personas, sino a los mismos animales y ¡qué onito que a través de lo que uno hace puedan encontrar la forma de incluirlos en la ofrenda!”, comentó.
La dulce espera
Hay ocasiones en las que vemos los resultados, sin imaginar el trabajo que existe detrás del mismo, quizá los dulces de alfeñique sea uno de esos casos, pues Doña Rosi menciona que en su casa, justo en el centro de la capital, desde marzo comienzan a preparar el dulce que venderán en octubre.
“Nosotros no sabíamos que íbamos a iniciar antes, fue hasta septiembre que nos avisaron y el alfeñique lo produzco en el mes de marzo, porque es muy tardado, muy laborioso, en secarse tarda un aproximado de 3 a 5 días; depende el tamaño de la pieza, luego hay que pegarlo y eso tarda unos dos días.
Después hay que empezarlo a decorar, que es lo más difícil, más por el tiempo que se lleva y a veces en lo que estás decorando se te cae una pieza y cuando está todo se tarda en reposar otros 7 días y dejamos todo listo para la feria, porque en julio inicia la producción de chocolate”, detalló la artesana del dulce.
También, compartió que la elaboración del dulce se basa en el azúcar glass y que realizan decenas de cajas para su decoración, todo, con ayuda de su hermana y su hija.
“Se usa el azúcar glass, limón, grenetina, posteriormente se hace la masa y la divides, eso para pintarla, y hacemos como 10 cajas de un color, 10 cajas de otro color, después se decoran y se arman, pero todo sale del azúcar glass, principalmente, al igual que el betún” explicó Doña Rosi.
Así es como la señora Rosa María vive la festividad más importante de la capital mexiquense, la cual data de los años 1600, siendo la portavoz de una tradición llena de identidad para los toluqueños y heredera del legado de una de las familias más antiguas que, en la actualidad, se presentan en la feria para vender su piezas de dulce artesanal. Un legado del que se siente orgullosa y que, asegura, no piensa dejar morir”
SPM