Amor a la República (Primera de dos partes)

Este ser solo se empapaba en la filosofía de lo universal, como regla del valor humano. Lo hizo hasta el fin de sus días. Ahora lo recordamos, porque su pasión, fue su legado. ¿Alguien habrá amado más a la República?

Sócrates: Pero mi querido Critón, ¿debemos hacer tanto aprecio de la opinión del pueblo? ¿No basta que las personas más racionales, las únicas que debemos tener en cuenta sepan de qué manera han pasado las cosas?

Ojalá, Critón que el pueblo fuese capaz de cometer los mayores males, porque de esta manera sería también capaz de hacer los más grandes bienes.

Aunque la fortuna me fuera adversa, no puedo abandonar las máximas de que siempre he hecho profesión; ellas me parecen siempre las mismas y, como las mismas, las estimo igualmente.

No es preciso estimar todas las opiniones de los hombres, sino tan sólo algunas, y no de todos los hombres indistintamente, sino tan solo de algunos.

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Las opiniones buenas ¿no son de los sabios y las malas las de los necios?

¿No admites, igualmente, que vivir bien no es otra cosa que vivir como lo reclaman la probidad y la justicia?

Es preciso, no hacer jamás injusticia ni volver el mal por el mal, cualquiera que haya sido el que hayamos recibido. Hay pocas personas que admiten esto.

Veamos si de ésta manera lo entiendes mejor: ¿Qué estado puede subsistir si los fallos dados no tienen ninguna fuerza y son eludidos por los particulares?” ¿Qué podríamos responder, Critón, a este cargo y otros semejantes que se nos podrían dirigir? porque ¿qué no diría especialmente un  orador, sobre esta infracción a la ley, que ordena que los fallos dados sean cumplidos y ejecutados? ¿Responderemos nosotros que la República nos ha hecho injusticia y que no ha juzgado bien? ¿Es esto lo que responderíamos?

“… la patria es digna de más respeto y más veneración delante de los dioses y de los hombres que un padre, una madre y que todos los parientes juntos…”

“Es preciso obedecer lo que quiere la República o emplear para con ella los medios de persuasión que la ley concede.

“La justicia, las leyes y las costumbres deben estar por encima de todo y ser objeto de culto y de la veneración de los hombres. Así sea.”

Socrátes

Atenas, Grecia, Barrio de la Raposa, Atenas, 470 a.C.-399 a.C

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El espíritu no se gana, se merece. Todo valor empieza con la vida, la justicia, el bien, la verdad y la belleza, de donde se desprenden todos los demás.  Honradez y dignidad; prestigio y libertad; tolerancia y sabiduría; amor y espiritualidad; identidad y solidaridad; justicia y humildad; templanza y prudencia; honor y conciencia. Si se conjuga esto con la significancia del ser, creceremos.

La crisis por la que vive el país, es el agotamiento de un conjunto de modo de vida gubernamental. Es el anuncio de que está emergiendo uno nuevo. La ecología, la seguridad nacional, la información clasificada, el manejo de grupos para tener y conformar el orden, y el estado de derecho, así como el funcionamiento de la política pública, hacen que exista la necesidad de tener al frente dignos políticos y administradores públicos de carrera.

gildamh@hotmail.com

TAR