Mi vida no tan secreta (Random House) de JM Servín es un golpe de realidad, retratos de la Ciudad de México durante 40 años donde se plasma la inagotable historia negra, la historia delictiva de gran capital.
Servín es directo, acusa a los gobiernos, del color que enarbolen de no hacer nada por mejorar este gran caldero de violencia, contaminación, basura y deshumanización citadina.
En Mi vida no tan secreta, el autor hace una novela con tintes autobiográficos para explorar la idea del autor como personaje y como participante, como miembro de una familia durante cuatro décadas en la Ciudad de México.
Así, en las páginas nos encontramos a un Arturo “Negro” Durazo u otros delincuentes que se hicieron famosos, además de los políticos corruptos.
“Lo que sí me gustaría aclarar. Es que yo no estoy narrando esto con la idea de ser un historiador o un estadístico o un memoralista a partir de los sucesos tal y como ocurrieron. Me parece que solamente era necesario para ponerlos como una especie de contrapeso con la misma historia de mi familia, o sea la idea es narrar a partir de documentación.
“Es la historia de un hombre llamado Lucio, es una buena parte de la historia de mi familia tal y como yo la entendí, como la viví y recopilando un anecdotario inagotable de mi familia que atravesó por tragedias que tuvieron que ver también con la vida en la Ciudad de México.
Cuenta la historia de Lucio, un patriarca fallido en sus sueños de grandeza, provocador de los altibajos y pequeños logros de su familia, marginada de la bonanza de un sistema político que derivó en idiosincrasia nacional. Sus hijos, el Chispa y el Cartucho, demonios callejeros con infancias errantes y antiautoritarias siguen la ruta marcada por sus padres y retratan una época no tan lejana.
Un sistema político que, a pesar de cambios en el poder, de promesas de justicia no han modificado la vida de millones de habitantes de la capital y del país.
En el libro se siente ese fastidio de la sociedad hacia la política, a la policía, a toda la corrupción que permea desde las escuelas hasta juzgados.
“Estoy tratando de narrar un contrapeso entre la ciudad que yo viví de joven y de niño con la ciudad que hay hoy y de dónde venimos muchísima gente que estamos atravesados por la tragedia, por la rabia, por el desencanto, la fatiga de que pasen sexenios y seguimos con la misma cantaleta, por eso me choca mucho esta idea del optimismo, porque es como una cuestión religiosa, engañado por falsos sacerdotes.
“Soy una persona que está renuente al optimismo en este país, porque el optimismo está ligado con la estulticia, con la saciedad del poder y yo no creo que en este país puedas ser optimista ni en esta ciudad viendo lo que hay”.
Mi vida no tan secreta tiene su límite de tiempo hasta el llamado Salinato época en la que la vida de Servín da un giro que lo marcará, de ahí que sea hasta 1993 donde le ponga freno y no continúe hasta un sexenio más cercano al presente.
“Esa rabia, esa furia que aparece en el relato de la historia de la novela, llega al día de hoy, nada más que como dejo entrever al final de la novela es que mi vida cambia porque en el año del 93 precisamente por mucho responsable en la política de (Carlos) Salinas yo tuve que irme del país como indocumentado a trabajar a los Estados Unidos y yo permanecí fuera 10 años y en esos 10 años, la situación, la dinámica social en este país cambió muchísimo por el ingreso del narcotráfico, no solamente como el nuevo monstruo de la violencia y de las tragedias para miles y miles de mexicanos que a la fecha de hoy es incontable, entonces el haberme metido yo a una empresa de esas hubiera sido no sólo pretencioso de mi parte sino imposible completarlo”, expresó.
Servín responde con tristeza que es una lástima la situación en México, que en Mi vida no tan secreta se hable de crisis, pobreza, desigualdad, tenas que hasta la fecha siguen sin resolverse, a pesar de las promesas de un nuevo gobierno que se asume incorruptible, sin embargo, la realidad demuestra lo contrario.
“Una cosa es que hoy en día todo parezca que es más fácil porque hay aplicaciones y hay redes sociales y porque puedes comprar a crédito con una tarjeta, pero la condición general es que la gente sigue viviendo igual que ha vivido hace 50 años, muchos a esta edad y en estos tiempos no tienen una casa propia, están desempleados, están enfrentando día con día a la delincuencia, el abuso de la autoridad.
“Esto tiene que ver con una condición de una sociedad y de una política mexicana donde ya creen que es un logro que millones de mexicanos se tengan que desplazar a otro país para conseguir el trabajo que aquí no tienen, pues yo la verdad no entiendo de qué podemos estar optimistas, al menos en las condiciones o las circunstancias donde yo vengo, pues yo creo que teníamos muy pocas oportunidades para sentirnos optimistas”.
Así, Mi vida no tan secreta recorre el fastidio de una familia, la miseria y la impotencia, es la vida de Servín y de millones de mexicanos, aunque el autor descarta que haga una crítica al gobierno, pues esto no hace falta, ya que el circulo político sabe bien del hartazgo.
“No pretendo hacer una crítica como tal al sistema político en el que vivimos porque no se necesita, porque cada mexicano que vive en esta ciudad lo demanda y para eso no necesitamos un partido político, porque ellos saben perfectamente que estamos inconformes, rabiosos, enojados y frustrados por todo lo que se nos ha prometido y que jamás se cumple”, remató.
Los personajes Chispa y Cartucho son tan reales que el lector puede llegar a identificarse con ellos, una juventud sin futuro, que vive de sueños y entre la precariedad.
“Representan también la infancia y la juventud de muchos jóvenes que hoy en día no han cambiado, por las circunstancias intrínsecas que es la precariedad que es una palabra muy usada para decir que eres pobre. Está pobre, está jodido, creo es que se sostiene esta esencia durante tantos años que pasan en el libro y con la realidad”.
JM Servín nació en la Ciudad de México (antes DF) el 5 de julio de 1962. Narrador. Desde 1989 publica crónicas, reportajes, ensayos, entrevistas, artículos y narrativa.
Durante siete años trabajó como indocumentado en gasolinerías, cocinas y campos de golf en Nueva York, Irlanda y Francia.
Becario del FONCA en el Programa de Intercambio de Residencias Artísticas México-Colombia, en 2005.
Premio Nacional de Testimonio Chihuahua 2001, INBA/CONACULTA y Gobierno del Estado de Chihuahua, por Periodismo Charter.
Primer lugar de historieta en la Semana Negra de Gijón, 2000, por El Antojo.
Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2004 en la categoría de reportaje escrito.}
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