Si la gente no sale a votar, el Gobierno Federal estará muy contento. Recordemos que las elecciones sirven para elegir a nuestros representantes populares, pero también para calificar a los gobernantes.
Si alguien tiene duda, pregúntele a Enrique Peña Nieto, que se las cobraron todas juntas en 2018. En esa elección casi desaparece el PRI; y los próximos comicios podría ser la estocada del dinosaurio.
Pero ¿qué tanto castigarán a la 4T y al presidente López Obrador en la justa intermedia? Veo en las redes, particularmente en Twitter, FaceBook y los grupos de WhatsApp a un muy buen número de personas enojadas con Morena. ¿Eso mismo se verá en las urnas?
¿Veremos ríos de gente formada frente a las casillas (como hace tres años) para decidir el rumbo del país, o la gente se quedará viendo la jornada futbolera? ¿Tendrá claro la mayoría de los mexicanos que nos jugaremos en dos meses el futuro del país, o como se trata de elecciones de diputados federales, una manera de darles la espalda es ni siquiera participando?
Entre más alta sea la participación, mayor es la probabilidad de un castigo al gobierno en turno; pero atención, si pocos salimos a votar, el triunfo está cantado para Morena, Verde Ecologista, PT, y los partidos satélite que retengan el registro.
Pero ¿qué dice la experiencia? Que las elecciones intermedias no crean emoción, y no son del interés de las mayorías. En las votaciones de 2003, 2009 y 2015 promedia una participación de 45 por ciento. Es decir, 55 de cada 100 mexicanos con credencial de elector, que aparecía en la lista nominal y que estaba invitado a la fiesta democrática, prefirió quedarse en casa, o hacer cualquier otra cosa, que “perder el tiempo” en los comicios.
Por si fuera poco, los spots (pésimamente producidos) alejan a los electores de las discusiones inteligentes, y la autocensura (para evitar que lleguen oficios del INE) en las estaciones de radio y canales de televisión, hace que estás elecciones estén por demás desangeladas.
La oposición quiere que masivamente la gente salga a votar, pero sus candidatos no prenden, no emocionan, y sencillamente no dicen nada nuevo. ¿Dónde están las propuestas? ¿En qué se diferencian del gobierno de la 4T? ¿En qué se beneficiaría el pueblo volviéndolos a votar? Sus tiempos muy cotizados en medios electrónicos los ocupan para hablar mal de su monstruo preferido, sin darse cuenta que le obsequian spots y menciones a ese gigante de mil cabezas.
Escuche respetado lector, los spots del PRI, del PAN y del PRD, que nombran a Morena y a “ya saben quién” más veces que a su propio partido; y no se diga en las notas de prensa, que repiten a AMLO, López, dictadura, morenos y Venezuela como sus citas favoritas, sin enterarse aún que no funciona esta fórmula.
Pero las elecciones son más que escoger a 500 diputados y 15 gobernadores; están en juego casi 2 mil ayuntamientos y 30 congresos locales. ¿Aprovecharemos los casi 94 millones de mexicanos la convocatoria?
La tarea del INE y los órganos electorales en todo el país será una empresa muy complicada: se instalarán 164 mil casillas y casi 1.4 millones de funcionarios contarán nuestros votos.
Por si fuera poco, el pronóstico de una pobre participación en junio, la pandemia del Covid-19 atentará contra los comicios; hay miedo de contagiarse, y mucho temor a morir por culpa del coronavirus.
Como usted lo veo, respetado lector, le quedó como anillo al dedo el problemón al Gobierno de la República. Se pronostica poca participación, y la alianza opositora no logró fraguar, y, por ende, parece que no le hará mucho daño a la 4T.
*Periodista, editor y radiodifusor
@GustavoRenteria
www.GustavoRenteria.mx
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