La pareja recuerda que en la década de los 70 tuvieron sus mejores ventas

Buscan artesanos del dulce preservar esta tradición

La tradición de elaborar dulces artesanales, así como muchas otras artesanías, lamentablemente se están perdiendo, la gente ya no las consume o las nuevas generaciones ya no quieren dedicarse a su producción, es el caso de Don Francisco Velázquez Miralrio y su esposa, quienes, a sus más de 70 años ellos son quienes  elaboran y comercializan “Amarantinas Toluca”.

Hoy las ganas las siguen teniendo, ellos solos hace sus pequeñas producciones, para fiestas, algunas exposiciones y puntos de venta, pero lamenta que esta tradición pueda perderse, ya que de sus cuatro hijas y un hijo, nadie ha decidido dedicarse a seguir la tradición, por ello, conserva sus libros con recetas y sus registros. Este oficio, que él llama “La Industria de la Transformación”, le permitió darles escuela a todos.

 “Mis hijos tienen otras ideas. Han venido a aprender otras personas, pero uno de ellos hasta me traicionó y siendo de la familia, se quiso apoderar de nuestras rutas, pero no pudo, porque nosotros tenemos nuestro registro. O luego quieren que yo les enseñe y yo pague toda la materia prima, y algunos quieren hasta paga,”, recordó.

Francisco Velázquez y Victoria Velázquez, son originarios de Toluca, quienes le han hecho frente a la pandemia y tras recibir sus vacunas han comenzado a comercializar de nuevo sus dulces, pero la demanda ha bajado hasta en un 90 por ciento.

Desde hace más de 60 años, cuando Don Francisco aún era un niño aprendió junto a su hermano mayor a hacer dulces de leche de vaca, con los años fue perfeccionando sus técnicas y aprendió a hacer otras presentaciones, hoy en día ofrece además de las tradicionales natillas y morelianas, nevadas, banderillas, cajeta, amarantinas, las cuales combina con semillas como: nueces, cacahuates, almendras, amaranto, semillas de girasol todos ellos previamente horneados.

Recuerdan que sus mejores años fue en los años 70´s, donde llegó a tener hasta 17 familiares que les ayudaban a elaborar los productos, ya que no sólo las vendía en Toluca, llegó a La Marquesa, a otros municipios y estados, pero no tuvo el capital suficiente para seguir creciendo.

“Antes nuestra mejor época era la Semana Santa, pero ya no tengo fechas, lo mismo puede ser ahorita que en un mes. Tuve que ir despidiendo gente, porque antes se vendía tanto que se registró el nombre de cada uno de los dulces, es el primero que hubo aquí en la ciudad. Y ahora con la pandemia, ya tenemos casi un año sin vender”, recordó.

El matrimonio de 55 años, reconoce que es muy laborioso y cansado la producción, pero es lo que saben hacer, “para mi esto ya es mi terapia, sobre todo ahorita que no pudimos salir, me quita el aburrimiento y el estrés. Porque cuando estuvo feo lo de la pandemia, nuestras hijas no nos dejaban salir, nos traían las cosas”.

En su domicilio tienen su taller con su equipamiento y materias primas, incluido su horno tradicional, por lo que aseguraron que hasta que puedan seguirán haciendo sus dulces tradicionales.  

NEF


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