Castro deja huella en Toluca

Aquel hombre de carácter tórrido era Fidel Castro, quien relataba los crímenes ocurridos en Cuba durante la dictadura batistiana y platicaba sus planes revolucionarios.

El hombre, de unos 30 años, golpeó la mesa y gritó:

“Para enero próximo, te juro que estaremos colgando traidores en los postes de la Habana”.

En una de tantas comidas que se le ofreció durante su estancia en la capital mexiquense.

Todo esto, es parte de la crónica titulada “Cuando serví de cicerone a la guerrilla cubana”, del escritor y periodista Alfonso Sánchez García.

Se puede leer entre las páginas autobiográficas del libro  “El plumaje del mosco”.

En el texto, el escritor relata cómo fue que este personaje llegó a Toluca, tres años antes de encabezar la revolución cubana, así como algunas anécdotas y lugares que visitó.

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Transcurría el año 1956

Toluca era gobernada por Carlos Hank González, quien apoyó a un grupo de revolucionarios, entre los que destacaban Fidel Castro, así como los puertorriqueños Laurita de Albizu Campos y Juanito Joarbe,  exiliados en México.

“ Venía acompañado de Raúl, su hermano; del coronel Manuel Márquez (…)y finalmente, por Jesús Reyes, Chuchú, que la hacía, en cierta forma, de chofer de Fidel”, se lee entre líneas.

De acuerdo con la crónica, Fidel pidió ayuda para localizar un buen sitio, apartado, solitario y agreste, para preparar jefes de guerrilla. El escritor, relata, los llevó a visitar el Nevado de Toluca, del lado del municipio de Calimaya.

“Todos portaban pistolas 45 y hasta Raúl era ya un experto tirador (…)A partir del molino de Santa Rosa, ya abandonado, fuimos buscando algunos sitios apartados.

Cuando encontramos el que fue de su gusto, se pusieron a practicar el tiro al blanco con las botellas de refresco y cerveza que habíamos consumido en el trayecto”, dice el texto.

Entre los sitios que visitó Fidel mientras buscaba el lugar de entrenamiento, se encuentran: la zona arqueológica de Calixtlahuaca y un balneario de aguas termales en Ixtapan de la Sal.

Sánchez García escribió que Fidel Castro, a quien describió como un hombre que permanecía generalmente silencioso, se trasladó de Toluca a la Ciudad de México.

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Donde más tarde – se enteró- “Fidel y los muchachos habían caído en manos de agentes de la Federal de Seguridad, sin duda pagados por el “chacal de La Habana” o por la CIA”.

 Tres años después, en 1959, derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista

En la crónica también se menciona que Castro se hospedó en el Hotel Rex, y frecuentaba la casa de Hank González,  aunque algunos otros cronistas como Gerardo Novo Valencia, relatan que también estuvo instalado en un domicilio.

El cual estaba ubicado entre las calles de Isabel La Católica y Primero de Mayo,  en el barrio de Santa Clara, donde fue colocada una ofrenda en su honor el día de su muerte.

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