Centro Ceremonial Otomí, un lugar de tradición antes que turístico

Los otomíes son uno de los pueblos indígenas predominantes en el país y el Estado de México, en este último se encuentra el Centro Ceremonial Otomí, un espacio de cultura, cosmogonía, rituales y tradiciones que ayudan a prevalecer el arraigo de esta comunidad, más allá de ser simplemente un atractivo turístico.


Para la comunidad otomí del norte de la entidad, este recinto es un monumento a la identidad y las raíces originarias de los mexiquenses, mismo que está cargado de simbolismos que fomentan la permanencia de esta cultura desde su construcción en 1980.


“Este centro ceremonial se construyó con la finalidad de que nosotros como indígenas siguiéramos preservando nuestras tradiciones y nuestras costumbres, muchos lo conocemos como la Casa Grande, ahí está la escultura del sol y del agua, que representa los rayos estilizados y el agua en movimiento”, señaló Artemio García, miembro de la comunidad otomí.

Los cuatro elementos del Universo

Parque Ceremonial Otomí, ubicado en el municipio de Temoaya Estado de México.


Señala además que, este espacio de rituales y ceremonias conservan la inmensa sabiduría de los símbolos que representan al pueblo originario y sus creencias, es una “casa espacio” de la región, pues las estructuras predominantes están acompañadas de representación culturales del pueblo.


“Los 12 conos que tenemos de lado a lado representan las 12 generaciones de otomíes, o de reyes, que reinaron en este lugar que fue nuestro pueblo más antiguo, que se llama Jiquipilco el Viejo y el último rey o guerrero que tuvimos gobernando aquí fue Botzanga, su nombre significa lagartija negra y el que defendió a su pueblo contra los Mexicas”, compartió.

Símbolos y arquitectura


Asimismo detalló que tanto, las famosas columnas que a veces solemos confundir con un tipo de tótem y la explanada tienen, elementos arquetípicos que manifiestan el pensamiento de la comunidad indígena.


“También tenemos columnas que son 12 serpientes entrelazadas, estas simbolizan al hombre y a la mujer, que salen de la tierra como queriendo alcanzar el espacio. En la explanada central, que es la de las ceremonias, está tiene tres flamas, que nos representa las tres fuerzas del ser humano, que es la del cuerpo, la voluntad y la del espíritu y alrededor está una serpiente de cascabel mordiendo su propia cola como símbolo de sabiduría”, explicó García.


Explicó que el Centro ceremonial es un espacio sagrado que conecta con la naturaleza; la escultura del sol y el agua, el mural de llamas en la explanada, la tierra sobre la que se construyó y el viento que los rodea, composición que hacen que el lugar se vuelva un punto de encuentro para los cuatro elementos de la naturaleza.

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“Tengo raíces otomíes, yo me siento orgulloso de pertenecer a esa etnia y trato de mantener las tradiciones, nuestras costumbres y nuestra lengua también para seguirlo preservando nuestra cultura, es importante que las personas que tenemos este conocimiento podamos compartirlo con los demás, al final son nuestros orígenes”, concluyó.


El señor Artemio, reiteró la importancia de preservar las tradiciones de los pueblos originarios, quienes representan las raíces precolombinas del mexicano, por eso resaltó la importancia de que los miembros de esta comunidad sean portavoces de las mismas.

La contemporaneidad mexiquense, no podría entenderse sin las prácticas culturales de la cultura otomí pues resguardan el lenguaje para relacionarse con la naturaleza y los seres que ahí habitan, no sólo como un recurso económico.

DB