Con el paso de los años, la película Macario (1960), se ha vuelto un clásico en la cultura visual de Día de Muertos en México, la adaptación cinematográfica dirigida por Roberto Gavaldón y con guion de Emilio Carballido en donde también se uso el texto homónimo del escritor y viajero Bruno Traven.
La cinta nos transporta a tiempos del Virreinato donde un humilde leñador (Macario), compartió un trozo de guajolote con la Muerte hambrienta, y en agradecimiento ella le comparte una fórmula capaz de devolver la salud a los moribundos.
Macario es interpretado por Ignacio López Tarso, quien interpreta a la figura que media entre lo sagrado y lo profano, por ser elegido por lo que despierta sospechas de brujería en la Santa Inquisición.
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La estética neorrealista de Macario
La estética neorrealista del cine de Gavaldón nos muestra un panorama desértico, en el caso de Macario, está impregnada de la conmovedora riqueza de la espiritualidad mexicana, particularmente su proximidad a la muerte y a la verdad que ésta revela.
En Macario, un trabajador pobre sueña con tener un pollo asado para él solo para no tener que compartirlo una sola vez con sus muchos hijos, pero es un sueño que muchos padres mexicanos seguramente han tenido al menos una vez.
El hambre, la envidia y el juicio son constantes en la trama de distintas clases sociales, en un dialogo entre Macario y la Muerte, ella dice; “¿De quién quieres huir de ti de mi? es el momento del reposo y del juicio , cuando acabe el correr de las acciones del hombre vendrá la verdad.
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DB