El ambiente político en el Estado de México ha entrado en periodo de calentamiento, todavía no hierve, pero ya está prendido. Los partidos políticos velan armas, analizan perfiles, ven debilidades propias y ajenas y tratan de sacar ventaja de ambas. Son los rounds de sombra.
Nada está escrito aún, ni hay victorias o derrotas eternas. Quien piense que el Movimiento de Regeneración Nacional (morena) tendrá un día de campo en junio de 2021 podría estar muy equivocado. Quien se imagine que el PRI está derrumbado y bocabajo podría llevarse una gran sorpresa. Los únicos que han mantenido una presencia casi uniforme son los panistas.
Desde su espacio de casi única oposición al régimen, han ido construyendo un discurso que les permite presentarse como la única opción viable frente a morena, aunque en la práctica no sea así. Seguramente muchos electores les comprarán la idea.
¿Qué debería hacer morena para mantener lo que ha ganado y aumentarlo sustancialmente?
Algo que parece, en el papel, muy sencillo, pero que en realidad es complicado: vencer los protagonismos individuales y de grupo, en aras de crear y mantener la unidad como divisa fundamental.
Unidad, esa debiera ser la premisa. Ningún partido lo ha conseguido porque siempre se anteponen los intereses personales a los del partido. Le sucedió al PRI toda la vida y le originó tales fracturas que de las divisiones resultaron fortalecidos sus antagonistas.
Le pasó desde el primer día de su existencia al PRD y al no entender la necesidad de trabajar unidos, fincaron allí su destrucción.
Morena tiene la enorme posibilidad de convertirse en un partido real, vivo, actuante, con militantes no sólo de carne y hueso, sino con dirección, algo que no ha podido lograr ni una sola de las fuerzas políticas.
En el caso del Estado de México, donde todo se magnifica por el tamaño de su población, el reto es enorme, convocar a sus militantes y simpatizantes a una cruzada de afiliación y credencialización que le brinde rostro; no es fácil, pero lo tienen que hacer, de lo contrario sus días estarán muy contados a partir de que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje el poder.
Durante el proceso de elección de su dirigente nacional, morena estuvo en riesgo de fracturarse. En este momento, parece que las rencillas entre grupos han desaparecido.
En la entidad mexiquense hay al menos tres fracciones bien identificadas: el Grupo Acción Política, el de Los Puros y la Coordinación del Estado de México. Han tenido momentos de tensión y aún por momentos la lucha tribal parece cruenta.
Reitero, si quieren tener larga vida como partido, dirigentes y militantes deben dejar a un lado los golpes bajos y la polarización interna. Ver a morena como un todo en donde el interés común debe prevalecer.
De lo contrario, estarán empezando a cavar la tumba del partido.
ASME
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