En el pintoresco pueblo de Metepec, ubicado en el Estado de México, la Semana Santa es celebrada con gran devoción y solemnidad. Entre las diversas tradiciones que destacan, se encuentra la representación del Viacrucis, un evento que congrega a fieles y turistas por igual para revivir el camino de Jesús hacia la crucifixión, mismo que vivió su edición 31.
Desde antes de las 10:00 horas, cita para dar comienzo a la tradición, un tumulto de personas aguardaron pacientes por las calles de Metepec; mismas que con el avanzar del tiempo se convirtieron en cientos de fieles.
La escena se desarrolló en las calles empedradas y estrechas del municipio, donde se monta un escenario que recrea los 14 pasos del Viacrucis. Desde la Condena de Jesús hasta su sepultura, donde cada estación fue representada por actores locales que han dedicado semanas de preparación para encarnar a los personajes bíblicos.
El recorrido que realizaron comenzó en el atrio de la Parroquia El Señor de Metepec, pasando por la calle Centenario; atrás de la presidencia municipal, por el kínder de la calle Juárez, todo Av. Morelos, la presa de Metepec, después de la pasión y muerte de Jesucristo, regresaron por la calle Abasolo a la Iglesia en peregrinación con la imagen de Jesús muerto.
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Crónica: “Jesús” caminó por las calles de Metepec entre cientos de fieles
El sonido de las campanas de la iglesia principal anunció el inicio de la procesión. La multitud se congregó en silencio, con velas encendidas en mano, listos para acompañar a Jesús, hoy interpretado por Mauro Alejandro Pineda Castillo, en su camino de sufrimiento. El aroma a incienso impregnó el aire, añadiendo un ambiente solemne y reverente a la atmósfera.
Los primeros pasos del Viacrucis transcurrieron entre murmullos de oraciones y cánticos religiosos. Los actores, vestidos con túnicas antiguas, interpretaron con pasión y entrega cada escena, transmitiendo la intensidad del dolor y la redención que simbolizaba el recorrido de Jesús hacia la crucifixión.
Los vecinos de Metepec se unieron al recorrido, algunos llevando cruces de madera sobre sus hombros como muestra de penitencia y devoción, otros adornaron las calles por donde pasaría el salvador. Entre la multitud, se escucharon murmullos de oraciones y cánticos religiosos que llenaron el aire con una sensación de reverencia. Las representaciones de las caídas de Jesús y sus encuentros con María y Verónica conmovieron a los espectadores, recordándoles la importancia de la compasión y el sacrificio.
La señora Verónica García, una fiel creyente de la religión; que cada año trata de darse cita al recorrido, detalló que es importante para los fieles el tener una imagen cercana del acontecimiento, lo que fortalece su fe y conductas.
“Más que una tradición, es importante venir para que todos recordemos lo que nuestro señor hizo por nosotros; yo trato de venir cada año con mi familia, porque el ver todo lo que pasó Jesucristo para el bien de nosotros y nuestra fe nos ayuda a entender todo lo que él quiso predicarnos.
Sí fortalece la fe, pero también es una forma de reflexionar de si hemos sido buenas personas, y seguir siéndolo durante todo el año, no nada más en Navidad; que es cuando se da mucho ese sentimiento, hay que predicar su palabra siempre”, comentó.
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Una multitud en silencio lo seguía con respeto
El sonido distante de tambores y flautas, anunciando la llegada de la imagen de Jesús cargando la cruz. Escoltado por soldados romanos, el protagonista de esta dramática recreación caminaba con paso firme, mientras una multitud en silencio lo seguía con respeto.
A medida que avanzaba la procesión, el peso de la cruz de Jesús parecía reflejarse en el rostro de los actores, cuyas expresiones de sufrimiento conmovieron a los espectadores. El sol del atardecer tiñó el cielo de tonos dorados, creando un escenario natural que realzaba la solemnidad del momento.
Las calles se llenaron de emociones encontradas: lágrimas de devoción, suspiros de compasión y murmullos de reflexión. Los espectadores se vieron inmersos en la narrativa sagrada, transportados a tiempos antiguos mientras acompañaban a Jesús en su camino hacia el Calvario.
Conforme el sol alcanzaba su punto más alto en el cielo, la procesión llegó al cerro donde se encontraba la réplica del Calvario. Allí, ante la mirada de la comunidad reunida, se llevó a cabo la crucifixión simulada de Jesús. El actor que interpretó a Cristo fue cuidadosamente colocado en la cruz, mientras los espectadores contenían la respiración, sumidos en un profundo respeto por el sacrificio representado ante sus ojos.
El silencio se hizo aún más profundo mientras Jesús era clavado en la cruz, y el sonido de los clavos resonando contra la madera estremeció a todos los presentes.
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La imagen de Cristo fue bajada con reverencia y colocada en los brazos de su madre
El momento culminante de la representación llegó con la muerte de Jesús y su descendimiento de la cruz. El silencio se volvió aún más palpable mientras la imagen de Cristo fue bajada con reverencia y colocada en los brazos de su madre, María. Las lágrimas y los susurros de los presentes llenaron el aire, reflejando la emotividad del momento y la conexión espiritual compartida por la comunidad.
Las representaciones de las caídas de Jesús y sus encuentros con María y Verónica conmovían a los espectadores, recordándoles la importancia de la compasión y el sacrificio. Entre la multitud, continuaban murmullos de oraciones y cánticos religiosos que llenaban el aire con una sensación de reverencia.
Finalmente, el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y colocado en el regazo de su madre, María. Un sentimiento de tristeza y esperanza se apoderó de la multitud, que observó en silencio la representación de la piadosa escena. Fue un momento de reflexión y renovación espiritual, donde la fe se fortaleció y la comunidad se unió en torno a su creencia compartida.
Con el canto de cánticos de alabanza, la representación del Viacrucis llegó a su emotivo final. Los espectadores se dispersaron lentamente, llevando consigo el mensaje de amor y redención que simbolizaba esta sagrada tradición en Metepec.
Con la conclusión del Viacrucis, los habitantes de Metepec regresaron a sus hogares en silencio, llevando consigo el recuerdo de la pasión de Cristo y el renuevo de su fe. En cada corazón quedó grabada la imagen del sacrificio redentor, recordándoles el verdadero significado de la Semana Santa y la importancia de la esperanza y la redención en sus vidas.
TAR