Por: Gustavo Guerrero
Estamos en vísperas de elegir a la primera gobernadora del Estado de México. El contexto sociocultural de nuestra entidad es sumamente complejo por la diversidad de conductas, tradiciones y costumbres de los mexiquenses, así que a partir de esta premisa las candidatas han sustentado su ideario político. En un artículo académico publicado recientemente en la revista Korpus 21, editada por El Colegio Mexiquense, Nelson Arteaga analiza la competencia entre Alejandra Del Moral y Delfina Gómez mediante la sociología cultural y explora la conformación de estructuras de clasificación cultural de los periodistas que cubren las campañas. No es mi intención desmenuzar los hallazgos científicos del autor, sino convenir con él en un asunto capital: una candidatura es potencialmente competitiva cuando se la opera con base en estructuras culturales profundas.
Ha sido sumamente complicado para ambas candidatas estructurar una oferta política integral al electorado, cuyas expectativas tienen que ver con su realidad inmediata. Las demandas en el sur no son las mismas que en el norte y las exigencias de los mexiquenses del Valle de México difieren de las de las zonas rurales. A pesar de ello, ambas contendientes han conformado una oferta focalizada en los problemas más ingentes que intentarán atender a toda la población. No es tampoco mi intención jerarquizar los temas, pues tanto la seguridad pública como el abasto de agua potable son, por ejemplo, asuntos prioritarios para quien encabece la próxima administración estatal. Sin embargo, éstos y otros temas —servicios públicos, feminicidios, corrupción, violencia de género, desempleo, etc.— descansan en una materia sustantiva: la cultura. ¿Por qué?
Aunque la realidad que vivimos está integrada por más de 17 millones de enfoques, el trabajo fundamental de una administración pública es delinear la manera en que éstos deben relacionarse en la vida cotidiana, pues la cultura —entre otras muchas acepciones— supone el cultivo de actos y hábitos de conducta que promueven la convivencia humana. Así, cultura es ética, adecuada a un ordenamiento moral que asume nuestra existencia como un bien de referencia.
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De esta manera, los patrones de conducta son los que han configurado nuestras formas de cultura. Deberíamos saber que constituyen un riesgo de convivencia aquellas que van en sentido contrario de la dignidad humana, pero vivimos tiempos en los que el conocimiento y la cultura han sido manipulados a tal grado que se han cultivado estilos de vida en los que es muy difícil discernir entre lo que es honesto y delictuoso, entre conducta ética y conducta inmoral.
El gran tema para las candidatas, considero, será sentar las bases de un ordenamiento moral que no corrompa la racionalidad ni sustituya las referencias de nuestra identidad. ¿Complicadísimo, no es cierto? Pues bien, ¿qué proponen en materia cultural Delfina Gómez y Alejandra Del Moral?
El 20 de abril pasado se celebró en las instalaciones del Instituto Estatal Electoral del Estado de México el primer debate entre las aspirantes a la gubernatura. Por medio de una tómbola fueron elegidos los cuatro temas a debatir: Combate a la Corrupción, Violencia de Género, Servicios Públicos y Cultura y Recreación. Atenderé, por la naturaleza de mi columna, el último asunto, que para mí es prioritario. Pero eso, si me lo permite el lector, lo analizaré en la siguiente entrega que, por cierto, será el último día de campaña.