Los Estados Unidos Mexicanos, mejor conocidos en el mundo como México, es un país con una riqueza cultural inconmensurable que cuenta con diversas zonas llenas de riqueza en flora, fauna, patrimonio cultural, costumbres, música, expresiones artísticas y de más.
Esto permite que sea un destino turístico por sus playas, lugares de descanso, recreación, festivales, zonas de arquitectura precolombina, ciudades coloniales, etcétera, etcétera y un más largo etcétera.
Sin embargo, existe una tremenda amenaza, que se cierne sobre algunas ciudades y destinos turísticos no solamente nacionales, sino en Latinoamérica que parecen estar siendo colonizados a billetazos, idioma que no requiere traducción y que muestra nulo interés por los pobladores de origen.
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Todo inicia con un fenómeno disfrazado de inversionistas, urbanistas, restauradores y hoteleros promoviendo a menudo el valor de “regenerar” barrios, poblaciones, ciudades enteras en nuestro país, para muestra el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Esta “aparentemente inocente intervención” mejora – en teoría – la calidad de la vida y la plusvalía de los inmuebles, mismos que se vuelven impagables para la población nacional, dando paso a la migración de la que no se queja nadie, “la migración billetuda” a la que se le da trato de ciudadanía de primera.
Algunos lo presentan como la evolución natural de las ciudades. Lo siniestro viene después de estas remodelaciones: la gentrificación: cambio en el costo de la vida, en la estratificación social de los barrios y en una escala de privilegios incosteables, para la gente de a pie, en muchas ocasiones desplazados, en beneficio de la economía de unos cuántos, y con una evidente falta de regulación en los procesos – ojo aquí al PODER LEGISLATIVO.
Mazatlán es una ciudad ubicada en el estado de Sinaloa. Apodada “la Perla del Pacífico”, hasta el 2020, contaba con casi medio millón de habitantes, siendo reconocida como la segunda ciudad más poblada, después de Culiacán.
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Desde hace muchos años ha sido uno de los destinos turísticos de playa más populares de nuestro país, pero vamos un poquito más atrás. La fundación de Mazatlán data del 14 de mayo de 1531 por una comisión enviada por el conquistador español Nuño de Guzmán, mismo que denominaron Islas de Maztlán. En aquel entonces la zona estaba habitada por grupos originarios de totorames, xiximes, y tepehuanes.
Mazatlán es famosa por sus playas, la vida nocturna y por supuesto la MÚSICA DE BANDA, que nació de la fusión cultural entre los inmigrantes alemanes del siglo XVIII y XIX y las tradiciones locales de Sinaloa, convirtiéndose indiscutiblemente en uno de los géneros musicales que representa a México en el mundo.
Desde su creación, dicho género ha experimentado una notable evolución, particularmente en los años 30, cuando adoptó el sonido que hoy lo distingue, fortaleciéndose a nivel internacional y para muestra la presencia de La Banda El Recodo, fundada por Don Cruz Lizárraga a fines de la década de los años 30’s y nombrada como “La Madre de Todas las Bandas”.
Sé que seguramente saben a dónde voy con estas acotaciones, y si no pues ahí les va: Resulta que hace unos días se han hecho virales declaraciones de turistas extranjeros molestos por la música de banda en Mazatlán, es como ir a Argentina y enojarse por los tangos o lanzarse a Noruega y exigir que amanezca porque nos molestan las auroras boreales, olvidando en el inter que miles de familias sobreviven de esta labor, en un estado fronterizo con otro tipo de problemáticas y que se visita conociendo el tipo de atracciones que presenta.
Si van a mi Chiapas y les molesta la marimba, ¿no les parecería algo ilógico ir para allá o lanzarse a Veracruz y vomitar por la música de sones?
Me parece que, sin intención de ofender a nadie, eso no es más que la demostración de dos grandes males:
- Una inmensa ignorancia que el tipo de cambio del dólar no alcanza a pagar.
- Una inmensa soberbia, pensar que se puede condicionar el patrimonio y las expresiones culturales de un país como resultado de la incapacidad de convivir en el mundo real.
Hasta el momento en que escribo debo decir que me siento sumamente orgullosa de la sociedad sinaloense y de los músicos quienes en lugar de ponerse a llorar o victimizarse generaron una convocatoria para romper el Récord Guinness de la Tocada Sinaloense más grande del mundo, como respuesta ante el intento de prohibición de la música de Banda en Mazatlán.
A lo largo de la historia se le ha arrebatado tanto al pueblo, hasta que el miedo que era lo último que le quedaba se pierde para defender lo básico: la dignidad, el respeto, la identidad y la pertenencia. Valores que NO ESTÁN A LA VENTA. Que suene fuerte y clarito: la cultura, nuestra cultura no está en subasta, al más alto postor.
Bienvenido siempre el turismo respetuoso. El que sabe que “cómo México no hay dos”, que lo disfruta, lo valora y atesora en su corazón…
“Ma u satal k´atun lae, wai tak´ petenil tumen k´a sijnalil, lai peten”
“No se perderá esta guerra, porque este país se unirá y este país renacerá”
Chilam Balam