Por Ricardo Joya Cepeda
El ejercicio de la tarea pública siempre implica un desgaste. La toma de decisiones y la administración de los recursos implican siempre una responsabilidad que conlleva aciertos, errores y riesgos, porque el entorno es permanentemente cambiante e incierto.
De esa forma, quienes lideran espacios de poder permanentemente están sometidos a alta presión y con mayor énfasis en esta época de alta visibilidad, donde nada escapa a los prosumers (productores y consumidores de contenidos en las redes socio digitales). Todo lo que hagan o digan es multiplicado en el espacio virtual, donde las imágenes, los sonidos y las palabras fluyen de manera instantánea de un lado al otro del mundo en cuestión de minutos. Moisés Naim en su libro “El fin del poder” (2015) lo advirtió: “los poderosos de hoy suelen pagar por sus errores un precio más elevado y más inmediato que sus predecesores”.
El ejemplo más reciente ocurrió en Tampa Bay, Florida, durante el encuentro del Super Tazón del fútbol americano. Dos servidores públicos del Estado de México, específicamente de la Secretaría de Salud estatal, decidieron viajar a esa ciudad de Estados Unidos para atestiguar el séptimo triunfo del quarter back, Tom Brady, en un juego de Super Bowl.
Su imagen en el estadio de fútbol americano trascendió a las redes socio digitales e inmediatamente fue captado por medios “tradicionales” que le dieron mayor visibilidad y provocó la separación del funcionario y su asesor, de la responsabilidad que desempeñaban. Ambos fueron relevados de sus tareas, como lo consignó la Tarjeta Informativa distribuida por el área de Comunicación Social del gobierno mexiquense, en la cual se subrayó que el motivo fue “la falta de sensibilidad de los funcionarios, al haber acudido a un evento masivo, de carácter deportivo”.
La determinación quizá fue injusta desde la perspectiva de algunos, porque se trataba (probablemente) de su día de descanso y no era un día laborable, pero en términos de percepción pública, resultaba incongruente mantenerles en su responsabilidad, considerando que el Estado de México se encuentra en una fase crítica por el número de contagios de Covid-19 y donde miles de personas que otorgan atención en centros hospitalarios, luchan diariamente para salvar la vida de quienes se han enfermado por el coronavirus.
Es así como la conducta de quienes lideran las instituciones públicas y privadas tiene repercusiones más amplias y profundas. La hiperactividad en las redes socio-digitales ha movido el espacio de discusión de las plazas públicas hacia el ámbito virtual y los medios tradicionales de comunicación se encuentran sometidos a altas presiones, por la rapidez con la que circula la información -real o ficticia- en Internet.
El Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría de Salud, atajó un incidente que podría haber tenido mayor repercusión en términos de opinión pública, porque hace unas semanas se destituyó de su cargo a otro directivo del sector, por haber vacunado a toda su familia contra el Covid-19, violando los procedimientos establecidos para vacunar, primero, al personal de salud de los centros hospitalarios. Reacción rápida del gobierno mexiquense, pero ese viaje a Tampa Bay será siempre recordado por ambos funcionarios.
PERCEPCIÓN
La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) vivirá un proceso de sucesión en el que las formas tradicionales de decisión podrían desgastarse y alterar el equilibrio que se ha sostenido desde hace 40 años, luego del movimiento estudiantil de octubre de 1976.
Por otra parte, los movimientos feministas en la UAEMéx siguen activos. Quienes antes les “enfrentaron” y descalificaron, ahora les buscan con afán. ¿Les creerán?
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