¿A quién celebrar hoy? A los hombres que ejercen con amor y total responsabilidad su paternidad.
Yo, como muchos niños y niñas de este país me quedé con el deseo de tener un padre presente, aún recuerdo lo difícil que por muchos años fue para mi el día del padre, en esta fecha era como si la ausencia paterna levantará la voz de las necesidades y obligaciones no cubiertas.
En algún momento de la vida pensé que me dolería por siempre, la década pasada no entendía que una adulta todavía añorará haber sido la niña de papá, no voy a mentir, aún hoy pienso que sería lindo tener un papá que estuviera dispuesto a estar para mi, que me aconsejara, me ofreciera su hombro para llorar, aplaudiera mis logros y me cuidara, aunque yo pueda hacerlo… pero, no pasó, y no pasará, por fin, aprendí a vivir sin ello, fortuitamente, sin ningún sentimiento en contra.
Introyecté que esta fue y es una ausencia que yo no provoque, no tuve ninguna culpa que justificara la decisión de mi padre biológico, claro que, ¡me hubiera hecho bien comprenderlo desde pequeña!, me habría ahorrado sentimientos que nunca merecí, hoy con los años y en gran medida, gracias a la psicoterapia, tomé consciencia de que la ausencia paterna tiene que ver todo con el padre y nada con los hijos.
A lo largo de los años, y también por mi profesión he escuchado muchas otras historias de ausencia paterna, jóvenes a quienes les duele pensar que para el padre biológico valió más el dinero que la relación entre ellos y prefirieron desaparecer de la vida de sus hijas e hijos antes que cumplir con la pensión alimenticia que es una obligación, no una “ayuda”.
Sin embargo, el padre ausente no solo es el que se va de la vida de sus hijos, es también el que vive con ellos, pero no está disponible emocionalmente, niega su atención, su cariño, no se involucra, no fortalece el vínculo entre él y sus hijos.
El padre ausente es el que rechaza, el que niega a sus hijos, el que lastima dándole a uno lo que le niega a otro, y los daños emocionales no se viven solo en presente, hay una herida que se forma en la infancia por esta ausencia y que puede permanecer, si no se trabaja, para toda la vida.
Cuando se ha podido y decidido tratar el dolor de la ausencia paterna, así como algunas secuelas, cuando se suelta la ilusión y se toma la responsabilidad del propio bienestar, entonces, es posible aprender a ser tu propio padre, elegir amistades, amores, cariños que alimenten ese vacío sin confundirlo ni querer convencerse de que es el amor que no se tuvo, ese nunca se tendrá, incluso, en ciertos casos se agradece, cuando el padre biológico no tenía nada que abonar a la vida de sus hijos e hijas porque habría sido capaz de hacerles daño, y … ¿saben qué? llega un momento en que la ausencia ya no duele… Y es muy afortunado que así sea, porque casos reales superan la fantasía de las deidades parentales:
“El padre que nunca se hizo responsable y pide a sus hijos que mientan dándole comprobantes del pago de su colegiatura (que ellos siguen pagando) para evadir el pago de las pensiones en su nuevo divorcio”.
“El padre que intenta acariciar incorrectamente a su hija adolescente a la que acaba de conocer, y que habría sido capaz de cometer un abuso”.
“El padre narcisista que solo piensa en sí mismo y se dice decepcionado por la “traición” de sus hijos al pedirle la manutención y prefiere largarse antes que ser responsable y digno de confianza”.
Y la gran pregunta que se hacen quienes viven o hemos vivido esta situación es: ¿Cómo puede un hombre no estar presente en la vida de sus hijos y perderse el verlos crecer? ¿Cómo puede ir a dormir sin saber cómo están?, ¿divertirse o disfrutar cuando ha dejado de cumplir no solo con sus obligaciones económicas, sino que además ha sido capaz de traicionar a sus propios hijos?, ¿qué habita en un padre deudor y abandónico?, ¿qué tipo de vergüenza tiene el hombre que presume nuevos hijos cuando ha abandonado a otros?, ¿cómo se puede negar la responsabilidad?… y luego están, por supuestos, sus cómplices, las personas de su entorno que consienten la situación, o peor aún, que la fomentan protegiéndoles, escondiéndolos o poniéndose en contra de quien no quiera contar más mentiras.
Ya mencioné que algunas ausencias son menos dañinas que las presencias a medias o mal intencionadas, y es cierto, a veces, la fantasía del padre es más sana que la figura real.
Los hijos y las hijas crecen, los padres pueden pretender engañar a sus hijos, culpar a sus madres de su decisión de no estar o no cumplir económicamente, pero, en realidad no hay pretextos, cuando un hombre es responsable y ama a sus hijos no hay poder alguno para separarle de ellos, así hay PADRES (con mayúscula) que son capaces de trabajar todo el día, todos los días para llevar a casa lo necesario, que se esfuerzan para que los reyes magos lleguen a tiempo o envíen por medio de ellos algún obsequio, hombres que no quieren renunciar a su paternidad y si es necesario luchan legalmente por estar con sus hijos… no hay pretextos, la paternidad amorosa y responsable no acepta, no cree y menos, construye pretextos y cobardes justificaciones.
Cuando amas a tus hijos y asumes esa responsabilidad con toda tu existencia nada puede hacerte cambiar, prefieres asumir el gran reto de ser padre (con todo lo que implica), y asumir gustoso que el compromiso de la paternidad es para toda la vida.
Si tu historia tuvo que ver también con un padre ausente y como adulta o adulto descubres que tu padre pudiendo estar eligió no hacerlo, que prefirió “castigar” a tu madre siendo irresponsable aún si con ello te lastimaba a ti, (y aún si esto es otra mentira solo para evadir responsabilidades), si descubres que no es un hombre que te gustaría tener cerca de tus hijos, o que fue su egolatría y egoísmo lo que hizo que no estuviera, que no fue una enfermedad lo que le impidió estar contigo, que no fue cierto que no tuviera ni un poco de pan para compartirlo contigo, cuando descubres conscientemente que ese hombre que es tu padre biológico no estuvo en tu vida no porque no pudo sino porque no quiso, su ausencia no duele más.
Es válido que un hijo o una hija sienta tristeza y enojo por el abandono paterno, y también que se dé cuenta de que no merece sentirse así siempre, que es tiempo de dejar ir la fantasía del padre amoroso que le hubiera gustado tener y sin resentimiento ni reclamo, seguir adelante, que rompa esos patrones de desamor y falta de compromiso, que si decide ser padre o madre construya nuevos y mejores patrones de crianza con sus hijos e hijas.
Romper con los patrones de conducta, eligiendo como pareja a un hombre que sepa ser padre, que esté a la altura para ser llamado así, hay que perdonarse los errores, si no habías sanado y elegiste un padre como el tuyo, nunca es tarde para sanar las heridas de la infancia, enseñar a tus hijos e hijas que también pueden curar sus heridas.
No hay que construirle monumentos a quien nunca hizo nada para ganarlos.
No es que no le perdones a tu padre biológico todo el dolor que ocasionó su ausencia, cuando la ausencia ya no duele, logras desearle que le vaya muy bien, incluso, si quieres, puedes enviar amor a la distancia, no será el amor que le tiene un hijo a un padre que ha estado presente y ha cumplido con dedicación y entrega su rol, pero es un afecto bienintencionado.
Y hoy, en el presente determinar que no hay espacio para cargar las ausencias del pasado, arroparte con el amor que has aprendido que mereciste desde que existes.
Un abrazo a todos los hijos e hijas que han aprendido a ser sus propios padres, a las madres amorosas que no claudicaron y han dado el cien por ciento en todo, y un abrazo enorme también para los padres que han sido y son un importantísimo pilar en la vida de sus amados hijos, a esos padres que decidieron estar, que se quedaron y estarán siempre: ¡Feliz día del padre!
@Lorenapatchen_
Psicoterapia presencial y en línea.
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