El nombre Ximena Sepúlveda, en la historia de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), es sinónimo de hazaña. La joven atleta de lucha olímpica, con apenas 20 años, marcó un antes y un después al ganar la primera medalla dorada en la disciplina para su universidad en la pasada Universiada Nacional, forjando un camino que quiere labrar hasta llegar a juegos olímpicos.
Ximena Sepúlveda es sinónimo de hazaña.
Este logro, no fue producto del azar, sino el resultado de años de esfuerzo, dedicación y resiliencia. Su historia en los tapetes de lucha comenzó hace seis años, inspirada por su hermana mayor. Fue en una Universiada del Estado de México cuando Ximena, con apenas 14 años, conoció al entrenador Alejandro Retureta.
En aquel encuentro, no solo se encontró con el deporte que cambiaría su vida, sino con un mentor que la acompañaría en cada paso. Retureta, quien vio en ella un potencial extraordinario, se convirtió en su cómplice y guía.
“No pasé por algún otro, empecé en el deporte porque una de mis hermanas lo entrenaba y en una Universiada que fue justamente aquí en Toluca conocí al entrenador Alejandro Retureta y de ahí empecé a entrenar con ellos, al poco tiempo me fue gustando el deporte.
Al principio no me gustaba tanto, por ser un deporte de contacto, yo no lo había practicado y se me complicaban algunas cosas, pero hubo un momento en que el entrenador dijo que yo iba a ser campeona nacional y así nació esa expectativa”, comentó.
Sin embargo, el camino hacia la victoria no fue sencillo. Aunque sus habilidades eran innegables, el éxito en los combates tardó en llegar. Pasaron dos largos años antes de que Ximena pudiera saborear su primer triunfo.
“Yo me la creí de más, porque desde que me dijo que iba a ser muy buena yo lo asumí, confío plenamente en él y me dispuse a ser campeona nacional; eso fue hace unos 6 años.
No fue algo de la noche a la mañana, fue un proceso un poco largo; como todo deporte competitivo no comienzas ganando medallas; de hecho, yo empecé perdiendo y me tarde en ganar un combate más o menos como 2 años, pero mi profe siempre estuvo al pie del cañón diciéndome que lo íbamos a logras y que tuviera mucha paciencia”, mencionó.
El perder, especialmente siendo una adolescente, la golpeaba emocionalmente. Las derrotas parecían más grandes que las victorias, afectando su autoestima y haciendo que dudara de su capacidad. Pero el hambre de lograr algo importante, de ser la mejor, la mantuvo firme en su entrenamiento.
“La verdad es que el perder siempre afecta, psicológicamente; dependiendo la manera en que pierdas, comienzas a preguntarte lo que estás haciendo o si eso es para ti pero conforme pasa el tiempo y te vas sobreponiendo a todas esas emociones es que vas logrando más cosas.
Lo que me mantenía era ese deseo de querer lograr algo, de pequeña pensaba que no iba a lograr mucho y fue que llegó esta parte de mi vida que es el deporte, en el que hasta cierto punto resulté buena, pensaba que no podía dejarlo”, compartió.
En 2023, Ximena tuvo su primera experiencia en una Universiada Nacional. Con toda la presión de un debutante, logró colarse al podio, llevándose la medalla de bronce. Aunque el logro era monumental para alguien tan joven, Ximena no pudo evitar sentir la punzada del “casi”.
“Me sentía nerviosa por ser mi primera Universiada, es una competencia bastante fuerte y de unos años para acá el nivel subió porque comenzaron a asistir muchos seleccionados nacionales, tenía un poco de miedo a perder; creo que ese miedo siempre te acompaña.
En la Universiada Nacional me eliminaron en cuartos de final y luché por medalla de bronce en los siguientes combates, la gané y ese fue mi primer resultado en esta competencia. Para ser la primera me gustó el resultado más no fue satisfactorio”, comentó.
La medalla dorada, ese sueño tan cercano, se le escapó de las manos, pero en lugar de derrumbarla, la espina clavada la empujó a trabajar aún más duro. Sabía que la UAEM anhelaba una campeona nacional en lucha olímpica, y ella estaba decidida a ser la primera.
“En mi universidad, mi deporte siempre había buscado medallas de oro, hasta ese momento no se habían podido lograr. Me quedé con el sentimiento de seguir trabajando a cómo diera lugar y ganar sí o sí. Ese sentimiento fue parte de mi motivación”, mencionó.
El siguiente año, en Aguascalientes, la historia fue diferente. Ximena llegó decidida a escribir su nombre con letras doradas. Durante el torneo, sus emociones fueron una montaña rusa. Cada victoria la acercaba a la final, y cuando llegó ese momento decisivo, todas las miradas estaban puestas en ella.
“Ya cuando me dijeron que pasaba a la final me sentía nerviosa, ansiosa, emocionada, también con miedo a perder, me invadían muchas emociones porque yo sabía que podía ser un momento histórico para mi universidad y para mí, mi entrenador, mi equipo y mi familia.
En la pelea yo comenzaba a pensar en las posibilidades de que iba a pasar si ganaba o si perdía. El combate se complicó porque íbamos 3-4 a favor de mi rival para el segundo tiempo, ahí me entró ese miedo de perder la medalla; lo que había trabajado se podía perder en cuestión de segundos”, recordó.
A falta de 15 segundos para el final del combate, el marcador le era desfavorable. Pero Ximena, con las últimas fuerzas que le quedaban, logró derribar a su oponente, obteniendo dos puntos cruciales y volteando el marcador a su favor: 5-4. Los últimos tres segundos parecieron eternos, pero cuando sonó la campana, la historia ya estaba escrita. Ximena Sepúlveda se había convertido en la primera campeona de lucha olímpica en la historia de la UAEM.
Logros
“Cuando pasó eso lo primero que sentí fue un alivio por haberlo logrado, lo segundo fue darme cuenta que había sido un momento histórico para nosotros, vi cómo empezaron a festejar todos; afortunadamente ese día estuvo el director de Cultura Física y Deporte de la universidad, pudo ver cómo se ganó esa medalla de oro.
Vi la felicidad de mis compañeros, de mi entrenador, de la gente que me apoyaba. Fue un momento muy satisfactorio porque después de que me alzaran la mano para decir que yo era la ganadora salí corriendo a abrazar a mi profe a manera de agradecimiento por todo el trabajo”, apuntó.
La luchadora ya ha sido parte de procesos de selección nacional y este 2024 fue considerada para la preselección mayor en el Centro Nacional de Desarrollo de Talentos Deportivos y Alto Rendimiento (CNAR). En Tokio 2020, Jane Valencia abrió camino como la primera luchadora mexicana en competir en unos Juegos Olímpicos en Tokio 2020, Ximena sueña con seguir esos pasos.
“He sido campeona nacional en otras 2 ocasiones, fue en categorías cadete y juvenil. Estuve considerada para preselección nacional mayor en el CNAR. A corto plazo el objetivo es ser integrada a la selección nacional e ir a participar a eventos internacionales.
Cuando eso suceda, a un plazo más largo, quiero iniciar un proceso olímpico para poder estar en juegos olímpicos. Cualquier atleta aspira a asistir a unas olimpiadas, es la competencia más grande de todo el mundo”, mencionó.
Para Ximena, la lucha olímpica ha sido mucho más que un deporte. Le ha dado una nueva perspectiva sobre la vida y sobre ella misma. Como joven atleta, ha aprendido el valor de la responsabilidad, el sacrificio y la disciplina.
“Una vez que empiezas en este mundo comienzas a checar las cosas que tienes que hacer por ti mismo, me cambio la perspectiva muchísimo; yo empecé a los 14 años y mi adolescencia no fue de salir, desvelarse, tomar, fumar, se reflejó en estar entrenando, cuidar la alimentación.
Te enseña mucha responsabilidad contigo mismo y las personas que te rodean porque el ser parte de un equipo te genera compromiso para no atrasar a tus compañeros”.
Cada día en el tapete es una lección, no solo en técnica, sino en carácter. La medalla de oro es solo el comienzo; Ximena Sepúlveda está decidida a seguir luchando, no solo por más títulos, sino por sus sueños olímpicos.
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