Este no es un día normal. Es un día extraño y he decidido abrazarlo y hacerlo mío con todas las implicaciones que eso pueda contener.
Estoy recostada en mi cama-hamaca, la cama – búnker donde paso tiempo por las noches con mis hijos, platicando los días, desmenuzándolos y enhebrándolos hasta bordarlos en mi memoria, convirtiéndolos en recuerdos.
Hace días, – muchos días, – desde el pasado 17 de febrero que los días son distintos, no son nunca más ordinarios, me tomó cuarenta y un años entenderlo y desde entonces han pasado trescientos veintinueve días con sus noches y atardeceres. Desde muy pequeña he sentido una inmensa fascinación por volar, no es ningún secreto.
Siempre soñaba que atravesaba los cielos e iba a todos lados volando, desde la entrada al metro, llegaba a la escuela, iba a los museos, llegaba a clases, siempre volando, siempre soñando. Sin embargo, la fatídica noche del 17 de febrero, volé por los aires en la realidad cuando me volé de cabeza ocho escalones de mi casa – ¿quién sabe de que manera? No me pregunten, si supiera, no lo hubiera hecho. Y mientras volaba me daba cuenta de cuánto aprecio vivir, creí que quedaría hecha pomada en el suelo y sorprendentemente no me fracturé ni rompí absolutamente nada, más allá de unos tremendos raspones en las rodillas y los moretones en el rostro, las lesiones en la columna y la inflamación cerebral que me obligaron a tomar analgésicos, desinflamatorios y no sé cuanta cosa más. Eso ha hecho que valore “la presencia en presente,” tan extraño como eso pueda o no sonar.
Aquí acostada mirando al techo, divago en los sucesos de la semana, vi varias películas el fin de semana pasado, una de ellas muy recomendable: Norman Oppenheimer y las contribuciones de aquellos que aparentemente son nadie y desde su “mínima existencia” – como ponen de manifiesto en la historia, – pueden por completo cambiar el curso de la vida de “los poderosos”, con las actuaciones inmensas de Richard Gere, Hank Azaria, Steve Buscemi, Lior Ashkenazi y Michael Sheen, bajo la dirección de Joseph Cedar, la recomendaría cualquier día. ¡Dense!
Ver el nacimiento en el Estado de México de un movimiento político de mujeres jóvenes por y para las mujeres como una opción para retirar lo acartonado de la política. Ser jóvenes y poder decir #EstamosListas suena a promesa de vida. Resulta interesante el hecho de hacer su presentación en sociedad, – el pasado 10 de enero, – desde el Centro Cultural Mexiquense refrendando la obligación de la población de adueñarse de los espacios públicos que han sido creados para el pueblo.
El hecho de que Ediciones Era, me haya hecho llegar el más reciente libro de Claudio Lomnitz, Para una teología política del crimen organizado, razón por la cual estaré platicando muy pronto de esta obra, con el autor y con todos ustedes, así como Salto de página Editorial desde Herder MX que no ha escatimado en enviarme: El funeral de Mauricio Montiel Figueiras e Historia mínima del desempleo de Carlos Bortoni. ¡A leer se ha dicho!
Divagar desde el techo sin tener que volver a salir volando en el intento, puede elevarnos.
Ma u satal k´atun lae, wai tak´ petenil tumen k´a sijnalil, lai peten lae…
No se perderá esta guerra, porque este país se unirá y este país renacerá.
Chilam Balam