magueyes

Don Armando sale a raspar los magueyes todos los días

Entró al oficio de tlachiquero por necesidad y porque, cuando murió su padre, las tierras y los magueyes se quedaron ahí abandonados. Había estado involucrado en el negocio desde hacía años pero no sabía cómo elaborar desde cero el pulque.

Don Armando Trinidad Peña se convirtió así en el último de su familia que elabora pulque, oficio que lamenta ya no podrá heredar porque nadie de sus hijos o nietos están interesados en seguir con la actividad. 

Mientras revisa sus magueyes y extrae el aguamiel, contó que en el poblado de Joquicingo, en Ocoyoacac, donde tiene su pulquería y casa, solo son dos los tlachiqueros que quedan, incluido él. 

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“Siento un poco de tristeza porque yo tengo a mi hijo;mis hijas, se casaron, pero a mis yernos no les dan ganas de venir a limpiar los magueyes, trabajarlos… Siempre he pensado ‘¿después de mi quién de mi familia?’ porque los terrenos, los magueyes se quedan, si da un poco de nostalgia, tristeza, qué va a ser del pulque”.

Contó que desde 1970 participa del negocio del pulque, pero primero comenzó como repartidor, llevaba los pedidos que hacían y después se convirtió en comercializador, es decir, compraba el aguamiel y vendía el pulque. 

Cuando su padre murió, todo cambió en el negocio, tuvo que adentrarse en el oficio y ahora él es el encargado de hacer todo el proceso desde cero para elaborar el pulque natural o curado que vende en su propio local. 

Una rutina aguamielera

Armando se levanta temprano todos los días, sale de su casa acompañado de sus canes Mapi, Solovino y King; emprende el camino hacia el campo en donde están sus magueyes, comienza la revisión y el raspado de los que están previamente seleccionados. 

El aguamiel que sale al raspar, lo va juntando en una garrafa que ya no es como las que se usaban antiguamente ni del mismo material, él solo ha modernizado y cambiado sus instrumentos para raspar, para extraer el aguamiel y para almacenarlo. 

Mientras explica la función de cada uno de ellos, comenta que al final lo que importa es que funcionan para lo mismo y que ocupa la misma técnica que han hecho otros tlachiqueros.

Cerca de una cortina de árboles y del bosque, Armando trabaja rápido para que el sol no le gane y pueda terminar su trabajo matutino para regresar a casa.

Tras extraer el aguamiel, lo transporta hasta una bodega que tiene y ahí lo coloca en tambos para que comience el proceso de fermentación que le dará a su pulque el toque de sabor final. Pasados algunos días, la bebida prehispánica está lista para ser degustada. 

“Exactamente como año, año y medio de que yo empecé porque dije ‘bueno, vienen los clientes, piden, tenemos magueyes ¿qué hago?’. Pues dicen echando a perder se enseña uno, yo veía más o menos cómo lo hacían y lo tuvimos que llevar a la práctica”.

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Cuando recuerda cómo fue su inicio como tlachiquero, lo primero que pensó fue en llevar dinero a su casa y dar de comer a su familia, si bien se dedicaban al pulque, él nunca se había puesto a raspar el maguey y tuvo que aprender a hacerlo. 

Comenzó a poner en práctica lo que sabía y al poco tiempo cuando le salió bien el proceso y obtuvo buen pulque, inició a vender pulque a los clientes que seguían buscando a su papá. 

Lo natural y los curados

En su negocio no solo vende el pulque natural, sino que además innovó y en su negocio donde vende antojitos, además ofrece curados que no es otra cosa sino la mezcla que se obtiene del pulque natural con semillas, con granos, con fruta y con verduras. 

Los más buscados son precisamente sus curados, que puede hacer hasta de yogurt de durazno, de piña colada, de fruta de temporada y que han sido un éxito entre los clientes de todas las edades.  

Aunque reconoció que son pocos los que se dedican a hacer pulque, aseguró que la bebida ha tenido un auge sobre todo entre los jóvenes y las señoras, por lo que siente bonito que su producto se venda. 

“Créame que un tiempo pasó desapercibido este producto, este líquido, hubo un tiempecito que casi nadie le hacía caso, a nadie le llamaba la atención, pero ahorita bendito Dios, ya vuelve a retomar pues más que nada el interés para las personas”. 

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Con su negocio se ha podido percatar que el gusto por el pulque ha cambiado y ésta ya no es solo una bebida para personas adultas, algo que le ha gustado descubrir, pues cada vez más jóvenes se interesan en tomarlo, en lugar de la cerveza u otras bebidas embriagantes. 

“Contento porque le están dando un valor a lo que nos dejaron nuestros abuelos, nuestros ancestros”, comentó. 

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Para Armando, esta es una tarea que comenzó por necesidad y para llevar de comer a su familia, pero que le deja satisfacción y alegrías, porque es el “elixir de los dioses”, que tiene tradición y arraigo mexicano. 

DMM