La sangre derramada la semana pasada a las afueras de la planta cementera de Cruz Azul en la ciudad de Tula, Hidalgo, es el colofón de una larga cadena de irregularidades por las que atraviesa la empresa desde hace varios años.
La descomposición al interior de la cooperativa, sin que haya autoridad competente que ponga fin al conflicto administrativo que allí se registra, llevan a que se produzcan eventos violentos como el del miércoles. Una muestra de la impunidad que hay atrás de este conflicto es la calidad de prófugo en la que se encuentra Guillermo “Billy” Álvarez, a quien las autoridades no han podido detener pese a existir una orden de aprehensión en su contra desde julio de 2020.
En el caso concreto de la planta ubicada en Tula, de acuerdo con una de las partes en pugna, está bajo control de personas que la ocupan de manera ilegal y que incluso tienen en su contra diferentes denuncias y órdenes de aprehensión por los delitos de robo de cemento, lavado de dinero y despojo. Uno de los dirigentes que lidera actualmente la administración de esa planta, Joel Vázquez Dolores, afín a “Billy” Álvarez, fue detenido por las autoridades de la CDMX en junio del año pasado, pero quedó en libertad, al contar con un amparo que lo protegía de la acción de la justicia.
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La planta de Tula, es parte de lo que podría denominarse la joya de la corona, con la que el grupo que encabezan Víctor Manuel Velázquez Rangel, busca tener bajo su administración todas las plantas de producción de cemento que opera la cooperativa. Desde diciembre de 2021, los actuales consejos de administración y vigilancia han “recuperado” más de 40 plantas de concreto ubicadas en el Estado de México, la Ciudad de México, Puebla, Tlaxcala, Oaxaca, Jalisco, Querétaro y Quintana Roo. Las oficinas corporativas de la ciudad de México fueron ocupadas por Velázquez Rangel en agosto de 2020; las plantas de Puebla y Aguascalientes en septiembre de ese año y la planta de Lagunas, en Oaxaca, en enero de 2021.
La figura legal de cooperativa bajo la que opera la empresa cementera dificulta conocer el tamaño de la fortuna de la que estamos hablando. A diferencia de grandes corporativos que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores y donde puede conocerse la situación financiera de las mismas, en la Cruz Azul no se conoce el monto de sus activos o pasivos. Lo cierto es que la empresa es uno de los seis grandes conglomerados dedicados a este lucrativo negocio. Algunos cálculos ubican el potencial de ventas de la industria cementera nacional cercana a los ocho mil millones de dólares. De ahí el tamaño del negocio, de ahí el tamaño del botín en disputa.
Insistimos, mientras la tibieza gubernamental se mantenga en el conflicto de la Cruz Azul, mientras la autoridad competente tolere la impunidad en el conflicto, mientras no se reconozca a quien se deba reconocer legalmente sin permitir la usurpación de funciones de otro grupo, eventos violentos como el de la semana pasada, desgraciadamente seguirán sucediéndose.
REBURUJOS
Ya son tres las corcholatas en el juego sucesorio por la presidencia. El presidente López Obrador, en el mejor papel que se le conoce, el de mago o genio de la política, un día apapacha a una, placea a dos, alaba o reconoce a un tercero y los medios y ciudadanos tratando de adivinar quién será el bueno.
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