Tiene 72 años de edad, es bajo de estatura y al andar lo hace con dificultad quizá por una malformación en una de sus extremidades. Parece ser un hombre tranquilo, amable, según refieren algunos de sus vecinos. No se le conoce familia, vivía solo y frecuentaba los bares El Barrigón y El Marinero desde hace al menos 10 años.
Le gusta la política. Fue presidente de participación ciudadana en la colonia Lomas de San Miguel, en Atizapán cuando el municipio era gobernado por Acción Nacional y hasta hace unos días hacía labor en la campaña del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD que impulsa a Pedro Rodríguez a la misma alcaldía. Obviamente que sus simpatías o preferencias políticas no tienen nada que ver con lo que hizo tras las cuatro paredes de su domicilio en la última década. Hay imágenes incluso que sugieren que en algún momento participó en eventos de Morena.
De acuerdo con lo poco que se conoce a partir de sus declaraciones, Andrés “N”, o “El Chino”, tiene facilidad para relacionarse con las mujeres incluso mucho más jóvenes que él. Norma, Berenice, Alyn, Flor Nínive, Rubicela y Reyna, son algunas de las que llegaron hasta su domicilio aparentemente por su propia voluntad, aunque contra su voluntad no volvieron a salir de ella.
La crueldad con la que “El Chino” quitó la vida a Reyna, su última víctima, y la descripción que él mismo ha hecho de la forma en que después la destazó dejan ver a un tipo por demás sádico, al que su crimen no le provoca sentimientos de incomodidad o compasión, sin escrúpulos para un día asesinar y al otro día caminar con naturalidad por las calles de su colonia. Sus mismas palabras así lo confirman: “Ni modo, son cosas que pasan, que quieren que haga”, dijo ante el juez que le tomó sus primeras declaraciones.
Solo un profesional de la psiquiatría podrá explicar el comportamiento de un ser tan despreciable como “El Chino”. ¿Qué lleva a un ser humano a quitar la vida a otro y enterrarlo en su propio domicilio, guardar y conservar sus pertenencias, registrar en video la forma en que les quitaba la vida?
Frente a este caso las autoridades mexiquenses están obligadas a clarificar todos y cada uno de los crímenes de este hombre. “El Chino” de Atizapán es solo uno de tantos feminicidas que se pasean y conviven con sus próximas víctimas por las calles del Estado de México y de otras entidades del país. La impunidad que ha tenido este delito dan carta abierta a los homicidas para seguir cometiendo sus crímenes.
El mismo Andrés “N” es un claro ejemplo de ello. Una de sus víctimas, quien trabajaba en el bar El Barrigón que él frecuentaba, fue reportada como desaparecida el 6 de agosto de 2011. Alyn, otra víctima de este homicida también trabajaba en El Barrigón en 2012 y Berenice laboraba en El Marinero, otro bar frecuentado por “El Chino”. Es decir, el hombre tenía un modus operandi que las autoridades no detectaron.
Si bien el Estado de México es la entidad con más casos pendientes por resolver, hay otras entidades en donde el delito sigue en aumento. Tan solo Hidalgo reportó un incremento del 33 por ciento en los cuatro primeros meses del año. El combate al feminicidio es la gran deuda del Estado mexicano.
Comentarios: miguel.perez@estadodemexico.jornada.com.mx
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