La naturaleza mostró de nuevo en Acapulco su fuerza incontrolable. La madrugada de este miércoles, las costas del puerto turístico, reconocido a nivel internacional, fueron golpeadas por el huracán Otis, categoría 5. En cuestión de horas, esta que es una de las zonas más importantes y visitadas de México fue devastada por vientos superiores a los 270 km/h, dejando a su paso tal destrucción, que las imágenes quedarán grabadas en la memoria colectiva.
Las redes sociales se inundaron de videos que daban testimonio del poder destructor de Otis. En la Avenida de las Naciones en Punta Diamante y de la costera Miguel Alemán, los corazones turísticos de Acapulco, estaba todo bajo el agua, como crudo recordatorio de la vulnerabilidad de la infraestructura en hoteles, viviendas y negocios, ante fenómenos naturales de esta magnitud. Fue sorpresivo por la velocidad a la que llegó Otis a la máxima categoría en tan pocas horas.
Aunque el huracán ha disminuido a categoría 1, según la última actualización de la Comisión Nacional del Agua, el daño ya fue provocado. Acapulco, joya turística que ha sido cuna de historias y anfitrión de innumerables visitantes, hoy está en ruinas. La costera está irreconocible. Hasta ayer por la noche se desconocía la cifra sobre el número de víctimas. Las pérdidas materiales, son incalculables. En el corazón de los mexicanos ver la devastación en cada rincón de la ciudad pesa sobremanera: calles inundadas, viviendas y comercios destruidos, y el servicio de luz e Internet interrumpidos.
En medio de esta catástrofe, el presidente Andrés Manuel López Obrador instruyó a su gabinete a atender la tragedia que afecta a Acapulco. Él mismo acudirá a la zona que todos los mexicanos siempre deseamos conocer. Ese puerto que era el sueño de muchos y muchas para encontrarnos con el mar por vez primera. Cuántas veces no fue motivo de una pinta con los amigos, de terminar una fiesta en la playa. No importaba no llevar dinero, siempre había forma de pasar la noche, una extraordinaria noche.
Acapulco ha sido, irónicamente, el ojo del huracán. Ahora lo fue literal. Antes, porque el crimen organizado había hecho que bajara la afluencia de visitantes. Hoy está destruido, pero vivo. Su gente clama ayuda porque lo han perdido todo nuevamente.
Desde la Secretaría de la Defensa Nacional hasta la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, acudieron a coordinar esfuerzos de rescate y rehabilitación. Pero más allá de la respuesta inmediata, es esencial replantearnos cómo podemos estar listos para evitar que nos tomen por sorpresa los fenómenos meteorológicos.
Esta tragedia debe ser una llamada de alerta para reforzar infraestructura, invertir en prevención para garantizar la seguridad de los mexicanos. Acapulco merece resurgir y resurgirá, pero también merece un futuro donde la seguridad y la prevención sean prioridades, porque ya viene otro huracán que esperemos no afecte más. Urge regresar el Fonden. ¿No?
DB